El ‘sprint’ final para salvar el verano

El próximo 9 de mayo finaliza el estado de alarma que el Gobierno de España decretó el pasado 9 de noviembre. Un periodo prolongado durante seis meses en el que las restricciones a la movilidad y a la libre circulación de personas tanto a nivel interno como más de nuestras fronteras han imperado; en el que los toques de queda, la libertad de reunión y los cierres perimetrales no ya por Comunidades Autónomas, sino por provincias, municipios o incluso distritos dentro de las ciudades han estado a la orden del día. Un escenario dirigido a contener la expansión de una pandemia que se ha cobrado en el mundo millones de vidas y que ha retumbado los cimientos de la economía global.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha anticipado que el estado de alarma vigente, que tuvo sus precedentes en la sucesión de los meses de marzo, abril, mayo y junio, concluirá una vez cumplidos los seis meses (el 9 de mayo). Un punto de inflexión para que el sector más castigado por esta crisis, el turismo, pueda iniciar una desescalada, que esta vez sí, sea la definitiva. Un objetivo que está, en todo caso, sometido íntimamente a la evolución de la vacunación. El jefe del Ejecutivo se ha comprometido a que el próximo verano el 70% de los españoles estará vacunado y, con ese porcentaje, los expertos consideran alcanzada la denominada inmunidad de rebaño.

El levantamiento del estado de alarma no supondrá, en cualquier caso, que finalicen de la noche a la mañana todas las medidas restrictivas, pero sí servirá para generar confianza tanto interna como externa, siempre y cuando las cifras sanitarias evolucionen positivamente. Será en un momento, además, crucial para la temporada de verano. Porque, a diferencia de los españoles, los ciudadanos de países como Reino Unido y Alemania, los principales mercados emisores a España, habitúan a reservar sus vacaciones estivales con varias semanas o incluso meses de antelación. Sucedió el año pasado que el estado de alarma y las limitaciones impuestas en las fronteras provocó que el destino España sucumbiera en las reservas preveraniegas a otros como Portugal, Grecia y Turquía.

Restan apenas cuatro semanas para que, si el presidente cumple lo anunciado, termine el estado de alarma. Un sprint final de contención hacia una nueva realidad, en la que la prudencia y la seguridad sanitaria tienen que seguir siendo la prioridad, pero que al mismo tiempo debería servir para que la industria turística, bastión de la economía española, comience a reactivarse tras más de un año de crisis en el que las pérdidas para el sector se aproximan a los 120.000 millones de euros. La aplicación correcta de las medidas de protección, como el pasaporte sanitario, resultarán decisivas, así como la certidumbre para ciudadanos y empresas sobre el plan de desescalada. Todo ello, claro está, privilegiado por lo fundamental: que el ritmo de vacunación cumpla las proyecciones oficiales.