SOS del sector turístico

La realidad que dibujan los datos turísticos del verano empeora todas las previsiones. Una pésima noticia para la primera industria de España y, por tanto, para su economía. Porque el modelo productivo de un país no se cambia de la noche a la mañana, por mucha vocación transformadora que tengan los fondos europeos para la reconstrucción. Está en juego mantener la capacidad de España como referente turístico en el mundo, la supervivencia, al fin y al cabo, del tejido empresarial y de los cientos de miles de empleos que soporta. La amenaza de quiebra es creciente y con las exiguas medidas implementadas hasta ahora hará que torne en hechos consumados en poco tiempo.

Desde marzo, cuando se desató la pandemia en España, las diferentes organizaciones turísticas vienen reclamando actuaciones contundentes. Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) han hecho su función y deben seguir haciéndola en los próximos mesones, al menos, según el sector, hasta el primer trimestre de 2021. Y las líneas de liquidez también han insuflado aire. Pero superado el verano, las cifras hablan por sí solas: España ha perdido más de 34 millones de turistas internacionales y casi 38.000 millones de euros del gasto entre enero y julio de este año frente a lo acontecido en el mismo periodo de 2019. Y agosto ha continuado la negativa tendencia de julio, a la espera de la oficialidad de los datos. Las perspectivas para el otoño y los meses de invierno no mejoran. Serán casi 100.000 millones de euros la pérdida de ingresos para la industria del turismo en 2020, según los cálculos de Exceltur.

Los rebrotes han impedido cualquier atisbo de remontada en las últimas semanas a pesar de las múltiples medidas de seguridad que han adoptado la mayoría de los establecimientos. Ahora toca esperar a la vacuna para recuperar la normalidad. Pero hasta que eso llegue España, sus gobernantes, tienen la responsabilidad de facilitar que perdure el mayor número de empresas. Solo así el país estará preparado para mantenerse como un destino puntero.

Las medidas deben ir mucho más allá del escueto plan que anunció a bombo y platillo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en junio. Los 4.260 millones de euros comprometidos, de los que el grueso eran préstamos, se quedan en nada cuando se contrastan con los ingresos que este año ya no serán y que, dado el carácter de la actividad -una habitación no ocupada o un vuelo no vendido ya no se venderá-, son irrecuperables. La resistencia del sector llega a su límite. Habrá consolidación y sobrevivirán los más fuertes. La cadena se verá irremediablemente dañada, pero en las decisiones de todas las Administraciones está mitigar su alcance. La CEOE ha alzado la voz para lanzar el SOS que el turismo lleva demandando desde hace meses. Apunta a recetas fiscales y otras exenciones sin tiempo de espera, como ha hecho los países competidores.