Llegar a lo inalcanzable en una ruta por las alturas: vías ferratas

Las vías ferratas prometen itinerarios con sobredosis de adrenalina mientras se intenta alcanzar un punto inaccesible que promete unas vistas maravillosas. Mitad senderismo, mitad escalada, lo que está garantizado es un buen rato de aventura en contacto con la naturaleza.

Tienen un poco de senderismo y un poco de escalada. A medio camino, las vías ferratas ofrecen la posibilidad de sentir el hormigueo de la adrenalina al aire libre y permiten disfrutar de entornos a los que no podríamos llegar de ninguna otra forma. ¿Qué es una vía ferrata? Es un itinerario entre un punto A a otro B -frecuentemente un tanto inaccesible- que puede ir en progresión horizontal o vertical. Eso quiere decir que esta actividad permite salvar cañones y acantilados o bordear paredes de piedra, por lo que a lo largo del camino encontraremos puentes hechos con cadenas, tirolinas, clavijas y otros elementos para ayudar a salvar el paso que habitualmente es sobre las alturas.

Aunque se supone que no hace falta tener una forma física de superhéroe, sí que es recomendable estar algo habituado a andar entre riscos y que quienes padezcan de vértigo se queden esperando al resto. Hay muchas rutas accesibles para casi todo el mundo e incluso para disfrutar en familia, pero no hay que perder de vista que, como cualquier actividad a más de dos palmos del suelo, supone un cierto riesgo. La dificultad de las vías ferratas se mide de K1 a K6, siendo ésta última solo aconsejada para los más expertos. En cualquier caso, requiere un equipo adecuado a la montaña -no vale cualquier calzado, es recomendable llevar guantes con los dedos al aire y nunca hay que olvidarse del casco- y dejarse guiar por profesionales. Y para la tranquilidad de los que estén dudando, en todo momento se utiliza un arnés que va conectado al cable de vida que recorre toda la vía ferrata, por aquello de los resbalones inoportunos.

Para los novatos

Uno de los enclaves más visitados de Málaga, el tajo de Ronda, es el escenario por el que discurre una de las vías ferratas con mejores vistas de España, ya que salva los 100 metros de garganta del río Guadalevín con las vistas del famoso Puente Nuevo de fondo. También es el punto ideal para iniciarse en esta actividad, ya que está especialmente indicada para debutantes.

Con tramos K1, K2, y K3 la vía ferrata Estrecho de Priego (Cuenca) es apta para los debutantes en esta actividad que quieran disfrutarla en familia. El ascenso inicial es suave y después continúa en horizontal, con varios puentes y pequeñas subidas para salvar el recorrido sobre la hoz del río Priego.

La vía ferrata de Sorrosal en Broto (Huesca) recorre el barranco del mismo nombre en el parque nacional de Ordesa. En dos horas se completan los 600 metros de itinerario, con 200 metros de desnivel, que estarán acompañados por el zumbar de la cascada del Sorrosal. Después de salvar los pliegues de las rocas y un par de pasos tibetanos, la meta es el mirador del valle del Broto, a 1.100 metros de altitud.

En Sant Feliu de Guíxols (Gerona) se encuentra la única vía ferrata sobre el mar. La de la Cala del Molí permite disfrutar de los acantilados de la Costa Brava con el contraste del Mediterráneo al fondo. La peculiaridad de esta ruta es que se hace en horizontal -rodeando la montaña- y no en vertical. Y en el camino vamos a encontrar varios puentes: tres tibetanos, uno nepalí y un tronco. Ojo, el primer tramo hasta la vía de escape es para principiantes. El segundo requiere de algo más de experiencia.

Para los más atrevidos

A diez minutos de Benidorm, el macizo de Ponoig ofrece la posibilidad de disfrutar de las mejores vistas de la costa alicantina, del valle de Guadalest y la sierra del Aixortá desde la roca del León Dormido, a 800 metros de altura. Para conseguirlo, la vía ferrata de Polop de la Marina se caracteriza por tener un recorrido muy vertical y según dicen los expertos, atlético.

El año pasado se inauguró un nuevo tramo a la vía ferrata de Huerta del Rey (Burgos) que añade un poco más de dificultad al recorrido. El primer tramo, El Ranero, es de tipo K2 -horizontal bastante accesible- y continúa, tras un tramo aéreo sobre la carretera con otro K3 y el último, El Ranero II, es ya K4. Lo complicado de esta ruta es mantener la concentración y el equilibrio para salvar cuevas y puentes, alguno de ellos de un solo cable.