La provincia de Lugo desde el agua: rutas fluviales en la Ribeira Sacra

Naturaleza, historia y gastronomía se dan la mano con formas de vertiginosas pendientes en los cauces del Miño y del Sil a su paso por Lugo. La Ribeira Sacra aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad y descubrirla a bordo de un barco es un regalo para quienes huyen del turismo de masas.

Razones no le faltan a la Ribeira Sacra para aspirar a formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Las profundas gargantas naturales salpicadas por la historia y la cultura de un paraje tan singular, maridadas con un buen vino de la tierra, son su mejor carta de presentación. Cuenta, además, con una de las mayores concentraciones de arte románico de Europa. Monasterios como el de San Estevo de Ribas de Miño, en O Saviñao, o el del Divino Salvador de Ferreira de Pantón, en la provincia de Lugo, aguardan a ser descubiertos en un entorno natural único. Es el punto de partida ideal para desconectar en medio de la naturaleza, con unas vistas que no se olvidan. Todo ello acompañado por la gastronomía con mayúsculas que caracteriza la zona, en la que destacan los caldos de la llamada viticultura “heroica”. Un adjetivo que describe cómo durante siglos se las han ingeniado para obtener el fruto de las vides en los socalcos: los viñedos plantados en bancales para salvar las pendientes y que han dado lugar a una Denominación de Origen reconocida en todo el mundo. De hecho, la Ribeira Sacra es uno de los tesoros mejor guardados de la península. Un enclave natural escondido entre el cañón que forma el río Sil y las gargantas del Miño a su paso por las provincias de Ourense y de Lugo, esta última la más extensa de Galicia. También la más diversa en cuanto a paisajes y patrimonio: desde el mar modelando las costas de A Mariña en el norte hasta los Ancares y el Val de Lemos, que abraza a los ríos Miño y Sil, muy cerca del Geoparque Mundial de la Unesco en el que se encuentran las montañas de la sierra de O Courel.

La Ribeira Sacra desde el agua

Una de las mejores formas de descubrir la Ribeira Sacra es recorrerla desde el agua, a bordo de los catamaranes que pone a disposición de turistas y visitantes la Diputación de Lugo. Después del parón por la declaración del Estado de Alarma, han vuelto a recorrer las aguas de los ríos Sil y Miño, adaptándose a esa nueva normalidad que supone medidas de seguridad frente a la Covid-19. Con el fin de evitar masificaciones y evitar riesgos, la Diputación lucense ha adaptado las frecuencias y horarios de los viajes en catamarán, así como el aforo de las embarcaciones, que no superan el 50%, garantizando la seguridad de trabajadores y visitantes. Es conveniente tener en cuenta la variación de los horarios respecto a anteriores temporadas y por supuesto, que la mascarilla es obligatoria a bordo en todo momento. La nueva normalidad ha obligado también a reforzar la limpieza de las instalaciones, y adaptarse para ofrecer la información turística mediante códigos QR descargables. La reserva de ambos recorridos se recomienda hacer a través de la web reservas.rutasembalses.es.

Recorrer la Ribeira Sacra a bordo de alguno de estos catamaranes es una oportunidad, además, para alejarse del turismo de masas y disfrutar tranquilamente de la fuerza de la naturaleza modelando los cañones por los que navegan los catamaranes. Las embarcaciones turísticas de la Diputación de Lugo, cuyo servicio fue encargado a la empresa pública Tragsa, se adentran en el meollo de la Ribeira Sacra siguiendo los cursos fluviales del Miño y del Sil por los embalses de los Peares y Santo Estevo. Las rutas operativas en esta temporada son las que recorren el Cañón do Sil y la ruta fluvial del Cabo do Mundo. Ambas constituyen un buen punto de partida para conocer las peculiaridades de la geografía de la Ribeira Sacra, su historia y las formas de vida en sus márgenes. También para conocer de primera mano por qué la Ribeira Sacra fue declarada BIC (Bien de Interés Cultural) en 2018 y es ahora candidata a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.

Cañón del Sil

Esta ruta recorre el embalse de Santo Estevo por el Cañón del Sil -espacio declarado Zona de Especial Conservación en el marco de la Red Natura 2000- en un itinerario de dos horas.

En el primer tramo del recorrido, desde Ponte do Sil a San Cosmede, la ruta fluvial permite acercarse a la realidad de esa viticultura heroica que consigue salir adelante en vertiginosas pendientes y desniveles con una verticalidad que se aprecia, aun más desde el catamarán. Esta forma de conseguir producir vino -y las enormes dificultades que supone- es lo que en los últimos años ha dado fama a la Ribeira Sacra y ha atraído a los amantes del enoturismo sostenible. En el segundo tramo de la travesía, desde el Priorado de San Cosmede hasta el monasterio de Santa Cristina, cuya iglesia se remonta al siglo XII, se perfila las pendientes de la garganta del Sil. Estas pronunciadas paredes de roca esconden una de las mayores concentraciones de arte románico de Europa, una huella de los tiempos medievales que se asoma al curso fluvial entre frondosos bosques.

Cabo do Mundo

Esta ruta recorre durante dos horas aproximadamente el río Miño en su curso medio por el embalse de Os Peares. La travesía nos va a llevar a bordear O Saviñao, Pantón y Chantada entre un impresionante despliegue de robledales, sotos y vegetación autóctona; viñedos de la Denominación de Origen Ribeira Sacra y el encanto de los pueblos de ribera. Embarcarse en esta ruta es también una oportunidad para intuir cómo era la vida en esos pueblos cuando el río Miño regía sus vidas y surcar las aguas donde antes había pueblos, sumergidos tras la construcción del embalse de Belesar. El meandro de Cabo do Mundo es una de las paradas obligadas en este recorrido y en la Ribeira Sacra: una pronunciada curva del río entre los municipios de Chantada y O Saviñao -rodeando el monte Navallo- que merece la pena contemplarla desde abajo y desde arriba, en el mirador de Cabo do Mundo. Una postal inolvidable en la que se mezclan los colores de los bancales y de los viñedos, si bien es cierto que cada pueblo o rincón de la Ribeira Sacra se convierte en un mirador por sí mismo.