De pueblo en pueblo, los destinos rurales llaman a la puerta

En familia, con amigos o en pareja: cada vez son más los que optan por los destinos rurales para desconectar de la rutina en pleno contacto con la naturaleza.

Salir de la ciudad, romper con la rutina, alejarse del estrés Son algunas de las razones por las que más de cuatro millones de turistas escogieron un destino rural en 2019. Los destinos rurales se han convertido también en la mejor forma de sacar algo de rendimiento a la conocida como España vaciada y de paso, la oportunidad de conocerla para urbanitas de distinto grado. Desde los que se acercan al entorno rural con ganas de desconectar y disfrutar del nuevo entorno a los que, habiendo elegido unas vacaciones en el campo, se quejan por el despertar con el canto del gallo. Por eso también los alojamientos rurales se han adaptado a casi cualquier tipo de perfil y cada vez ofrecen más comodidades. En el campo, sí, pero con un buen jacuzzi donde relajarse después de tanto trajín rural. Además, al salir del entorno urbano las posibilidades para sumar crecen, ya que los destinos rurales se prestan para poner en práctica todo tipo de actividades al aire libre y sirven de base para el turismo activo. O para el concepto de volver a las raíces del pueblo: el agroturismo de ordeñar vacas.

Desde esa experiencia rural extrema a algo más light, hay destinos de turismo rural para cualquier tipo de gustos y circunstancias. Se puede empezar por los pueblos más bonitos de España, según la clasificación que hace desde 2011 la asociación del mismo nombre. A partir de ahí, la lista abarca más de 90 poblaciones de norte a sur y de este a oeste para disfrutar de su encanto. Setenil de las Bodegas, en la ruta de los pueblos bancos de Cádiz, suele entrar en el ránking de los destinos más buscados para disfrutar de un entorno rural. En ese maravilloso álbum de fotos que supone asomarse a los pueblos de España también hay destinos de cine, como Briones en La Rioja; con sabor a conquista: Trujillo o Guadalupe en Extremadura; con cascadas que aparecen en medio del pueblo, como en Orbaneja del Castillo en Burgos o a pocos kilómetros, como la Cueva de los Chorros de Riópar (Albacete) y otros donde las flores tienen un color especial, como en Bagergue (Lérida). Otros mienten en el nombre, como Santillana del Mar, en Santander, o tienen vistas espectaculares a la montaña como Albarracín.