Confianza, seguridad y mucha empatía

No cabe duda que la Covid-19, más allá del terrible impacto sanitario que estamos sufriendo, nos está llevando a experimentar unos cambios sociales, económicos y de modelo de sociedad nunca vistos hasta el momento. El virus se está cebando con especial virulencia en España, con unas ratios de contagiados, fallecidos y de personal sanitario infectado que nos sitúa a la cabeza en todo el mundo. Sobre todo ello deberemos exigir, cuando así corresponda, conclusiones que nos permitan prepararnos para futuras crisis, así como depurar responsabilidades.

Ahora que parece que iniciamos la senda de poder controlar la crisis sanitaria debemos enfrentarnos a una crisis desde el punto de vista económico sin precedentes. No podemos ser muy optimistas a corto plazo, el arranque de las empresas será progresivo y de larga duración, todos los sectores se enfrentan a un escenario sin ingresos y las medidas que desde el Gobierno se nos trasladan con relatos construidos, eslóganes preparados y aderezados por los responsables y gurús de estrategia en comunicación, del estilo de Nadie quedará atrás, no son hechos, es pura retórica teatral en la que lleva instaurada nuestra política en los últimos años.

La realidad económica es que el crédito a través de los instrumentos de financiación del ICO no están llegando a la inmensa mayoría del sector empresarial, la falta de confianza se ha instalado en las relaciones y los analistas de riesgo de las entidades bancarias dudan del aval del 80% del Estado. Primero porque no es un aval de ejecución inmediata, precisa de un protocolo que tiene sus tiempos de espera y que genera incertidumbre, lo que a su vez genera desconfianza. En segundo lugar, las entidades bancarias asumen de forma directa un 20 % de la posición de riesgo. Y, en tercer lugar, el diferencial del 1,5% les resulta poco atractivo y, por ende, la duda principal es, permítanme la licencia, “¿tendrá el Estado dinero para tanta fiesta?” La respuesta es evidente, sin una inyección clara, directa y con liquidez ilimitada por parte de Europa, no será posible. Tampoco ayuda el Plan de Desescalada anunciado por el Gobierno donde, por un lado, se permite la apertura de los alojamientos y no se permite la movilidad entre provincias, o que, a fecha de la redacción del presente artículo, el sector no tenga por parte del Ministerio de Sanidad los protocolos de actuación adaptados a cada una de las tipologías de alojamiento turístico que existen en España. ¿Dónde está el sentido común? La improvisación, la falta de detalle y la falta de concreción genera más desconfianza.La recuperación del sector turístico se va a basar en tres aspectos principales, confianza seguridad y mucha empatía, para ello se precisa:

Por un lado, un Pacto de Estado con Comité de Crisis y hoja de ruta, formado por la parte pública y el sector empresarial. El Gobierno y sus actores actuales no tienen ni la formación, ni el bagaje, ni la experiencia, ni el conocimiento para poder afrontar una situación como esta. Nunca han asumido un riesgo que les lleve a perder su posición y/o patrimonio. Este aspecto curte y el sector empresarial (Pymes, autónomos, empresas), en mayor o menor medida, sabe lo que es ese riesgo.

No es tiempo de consignas políticas ni de ideología, sobra todo aquello que haga perder tiempo y dinero. Por ello es imprescindible que los partidos mayoritarios, PSOE y PP, asuman su responsabilidad de Estado, llegando a un acuerdo de coalición o acuerdos de legislatura donde prime el interés general y uno asuma que quien debe capitanear esa travesía es el partido más votado, dejando de lado aquellos cuyo objetivo principal no es la recuperación económica. En estos momentos ha de primar la eficiencia, la verdad y la honestidad , especialmente esto último , la honestidad.

La recuperación del turismo y de su industria será larga y tediosa hasta que no exista una vacuna que nos devuelva la confianza a lo que inmunidad sanitaria se refiere. Esta situación provocará que el inicio de operaciones no se inicie hasta el último trimestre de este año, en el mejor escenario. En este contexto los archipiélagos balear y canario se verán gravemente afectados, por su dependencia de la conectividad aérea, y por su perfil de turista, principalmente extranjero. El sector MICE (Congresos) también tendrá una complicada salida a medio plazo. Las empresas, en general, estarán muy afectadas desde el punto de vista económico, además de por el hecho de que este confinamiento ha instaurado la fórmula del tele-trabajo como método eficiente.

Una obviedad, clara. Sin trabajadores no hay empresas, sin empresas no hay trabajadores. Los empresarios están haciendo su labor realizando recortes presupuestarios, eliminando todo el coste superfluo, hibernando sus estructuras y, muchos de ellos, poniendo su patrimonio para poder seguir dando viabilidad. En resumen, manteniendo empleo.

El Estado y toda clase política en general debería tomar ejemplo. Las acciones específicas que se precisan se basa en: Carencias automáticas de Hipotecas y créditos por parte de las entidades bancarias de 18 a 24 meses, tanto para autónomos como para personas jurídicas; en ningún caso instaurar tasas turísticas y derogarlas en aquellas CCAA donde están implantadas; aplazamiento de las cuotas de la Seguridad Social, Agencia Tributaria y los impuestos a cuenta e indirectos por un periodo no inferior al 31.12.2020, sin recargos, ni intereses; que los créditos ICO lleguen a Pymes y autónomos con avales del Estado y liquidez ilimitada; que los ERTES por fuerza mayor en turismo no se acaben cuando acabe el periodo de alarma, sino cuando se recupere la actividad económica previa a la declaración del estado de alarma; y habilitar una partida económica para las CCAA dirigida a la promoción turística y a canales de comercialización propios. En esta situación existirán oportunidades, sobre todo en aquellos destinos de interior, con menor carga turística, con los alojamientos más pequeños, incluso individuales, serán los que mejor puedan posicionarse. La tan manida España Vaciada puede tener en esta situación una ventana de oportunidad para poder empoderarse, ya que el turismo, dada su transversalidad, es un inmenso dinamizador de la actividad económica. Como decía Idries Shah, “ no se aprende de quien uno desconfía “.