Esperando un apoyo que no llega
para sobrevivir y no morir en el intento

El sector turístico español se la juega en esta crisis. Ninguna industria ha sido tan golpeada por la paralización de la actividad provocada por la pandemia. En las próximas semanas se reactivará definitivamente su actividad, pero lo hará con unas cortapisas que exigen decisión por parte de las autoridades. Porque la apertura de la circulación fronteriza, tanto a nivel europeo como entre Comunidades Autónomas, permitirá la reanudación de la demanda turística. Pero lo hará enfrentando aún múltiples restricciones en la que se ha llamado la nueva normalidad, que impedirán desarrollar su actividad como se conocía hasta ahora. Además, se produce aún en un contexto en el que el miedo al Covid-19 seguirá presidiendo las acciones de muchos potenciales turistas y con impactos económicos que la crisis ha propiciado en las familias, con millones de trabajadores en situación de ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo), directamente en el paro o con sus ingresos muy diezmados.

España, además, se erige en uno de los países que más tarde reabrirá sus negocios turísticos, por lo que ya parte con desventaja en ese sentido con respecto a la mayoría de los países europeos, entre los que figuran competidores directos como Italia, Grecia, Croacia y Portugal. La falta de claridad, las medidas equívocas como la imposición de una cuarentena para quienes visiten España cuando ya algunos países las estaban retirando y la ausencia de decisión en los protocolos para viajar, ni a nivel europeo, ni con mercados concretos, provocan que esos otros países se hayan adelantado y hayan podido captar demanda que años atrás elegían España como destino veraniego. No en vano, en muchos países de la Unión Europea la temporada vacacional comienza ya en junio, por lo que esas semanas de retraso implican pérdidas de ingresos millonarias.

El turismo retornará el 1 de julio en España, pero lo hará de una manera prudente y progresiva. Tras tres meses y medio de parón habrá establecimientos que ya no volverán a levantar la persiana y otros, ante los niveles de demanda, dilatarán la reapertura aún varios meses. Al fin y al cabo, en la segunda mitad de 2019 se registraron 45,6 millones de turistas extranjeros; para este año, esa cifra se verá minorada al entorno de los 21,5 millones, según los cálculos del sector. El turismo nacional tendrá un mejor comportamiento, pero aún será sustancialmente peor que en el pasado ejercicio y, además, no hay que olvidar que el grueso de los ingresos -casi cinco veces más- lo genera la demanda internacional-. En este escenario, los riesgos persisten para miles de empresas, que batallan por sobrevivir y no morir en el intento, mientras observan con celo las contundentes medidas de apoyo en otros muchos países. Mucho más que las implementadas por España, pese a que el peso del turismo en su economía y en el empleo es superior. El sector se la juega y, en consecuencia, también la recuperación económica. El Gobierno debe actuar, y pronto.