¿Qué nos vamos a encontrar en la playa?

Las playas siguen las recomendaciones del ICTE pero las normas dependen de cómo cada ayuntamiento haya decidido controlar y gestionar el aforo y la distancia social

Si hay una imagen que describa el verano es la de una sombrilla en la playa. Según subían las temperaturas y se acercaba la época estival, surgieron las dudas sobre los riesgos de contagio en las playas. Según informes del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la luz ultravioleta y la sal -del mar y la arena- hacen poco probable la transmisión en las playas.

Descartado el miedo de contagio por contacto, a primeros de mayo el Instituto de Calidad Turística (ICTE) publicaba la guía con recomendaciones de seguridad para las playas. Unas pautas básicas y muy generales que deja en manos de los ayuntamientos las medidas concretas a aplicar en sus arenales. Lógico, pues las características de las playas del norte no tienen nada que ver con las del sur. Pero a partir de ahí, ante el batiburrillo de normas, la pregunta de quienes están haciendo la maleta es lógica: ¿qué nos vamos a encontrar este verano?

Como medidas generales, el ICTE recomienda el control de aforo en las playas, la limpieza diaria de la arena; control de accesos -diferenciando los de entrada y salida; distancia de cuatro metros entre los ejes de las sombrillas en las zonas habilitadas para ello; distancia de dos metros entre grupos de bañistas o la recomendación de no utilizar las zonas deportivas y de juego colectivo. Eso también incluye, en la mayoría de las playas, dejar las palas de tenis playero y los balones en casa. Y olvidarse de la ducha o el lavapiés, en muchas playas se han eliminado o prohibido su uso.

A partir de aquí, ni siquiera hay una normativa común a todas las playas de una comunidad autónoma. En la mayoría, se aplican las recomendaciones generales del ICTE con alguna variación de distancias entre sombrillas o del espacio habilitado para el paseo en la orilla. En otras tantas playas, se han ampliado las medidas, sobre todo en lo que a control de aforo y ocupación de los arenales se refiere. Por ejemplo, en las playas del País Vasco, se recomienda no estar más de tres horas para facilitar la rotación. Y, teniendo en cuenta las mareas, en la playa de La Concha de San Sebastián se restringe el acceso dos horas antes y dos horas después de la pleamar. En cualquier caso, los ayuntamientos se reservan la posibilidad de variar esas medidas si se descontrola demasiado la afluencia a las playas.

Semáforos

Uno de los elementos que se han incorporado a algunas playas son los semáforos. Para controlar el aforo (8.000 personas) en las playas de Orzán, Riazor y Matadero de Coruña se han instalado unos arcos con contadores por infrarrojos y un semáforo que limita la entrada según la ocupación de las playas. Por su parte, en Salou (Tarragona) se han instalado 18 a lo largo de su paseo marítimo. Los videosensores captan la ocupación de las playas de Ponent, Llevant, Capellans y Platja Llarga, las que más se suelen llenar. Y si la ocupación sobrepasa más de 100 personas en cada área de 400 metros, se activan las luces rojas. El ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha instalado semáforos en varias calles de la ciudad que informan de la ocupación de las playas de Las Teresitas y de Las Gaviotas.

La señalización por semáforos también se utiliza de forma virtual en las webs y apps que han desarrollado las corporaciones municipales para que, antes de ir a la playa, sepamos qué nos vamos a encontrar. Como la del ayuntamiento de Barcelona, Calpe (Alicante), la de la Diputación Foral de Vizcaya, Cullera (Valencia) o la de San Sebastián, entre otras muchas.

El control de aforo se lleva a cabo en Benalmádena (Málaga) mediante un sistema de ticket virtual que se descarga mediante una app a partir de códigos QR y que proporciona información a las autoridades sobre la ocupación de las playas.

La innovación también llega a las playas por el aire ya que, en algunas, el control de la ocupación de la arena se hace mediante drones. Este verano, por ejemplo, los vamos a ver sobrevolando las playas de Sanxenxo, del Principado de Asturias y del Postiguet (Alicante).

Parcelas

Quienes se acerquen a las playas de Samil y O Vao de Vigo se van a encontrar con los arenales divididos en cuadrículas, con capacidad para ocho o diez personas -dependiendo de si pertenecen al mismo grupo familiar- y con pasillos de entrada y salida. Para facilitar la labor en los días de mayor ocupación, hay acomodadores que acompañan a los usuarios hasta su lugar en la playa. Este año habrá que olvidarse del bocata playero acompañado de cervecita, ya que se ha prohibido comer y beber bebidas alcohólicas en la playa. También fumar. En el resto de las playas del municipio, la recomendación es mantener el metro y medio de distancia.

Asimismo, en los municipios de Lloret de Mar y Castell, Platja d’Aro y s’Agaró de la Costa Brava las playas se dividen en sectores según grupos de edad, con aforo específico para cada uno de ellos.

Un sistema parecido es el que se está utilizando en Benidorm. Las playas de Levante y Poniente se han dividido en 20 sectores, 12 de ellos de acceso libre con 5.122 parcelas de 16 m2. Cada parcela puede ser ocupada por de una a cuatro personas, cinco si una de ellas es menor de seis años. Para los ocho sectores restantes, el ayuntamiento ha dispuesto un sistema de reserva a través de la web municipal y una app -además de puntos de atención presenciales- donde se asigna un código a los usuarios que se tiene que presentar en el punto de acceso que corresponda.