El turismo tampoco volverá por Navidad para despedir su año más negro

El turismo tampoco volverá por Navidad, ni en España ni en prácticamente ningún lugar del mundo. El Covid-19 avanza con toda su virulencia y las restricciones a la movilidad continúan guiando el día a día de los ciudadanos, que observan con estupor el menú de cierres perimetrales, toques de queda, limitación de aforos y definiciones de lo que es un allegado que en estos días están diseñando Gobierno y Comunidades Autónomas. La confusión es total. Y no hay peor ingrediente para el sector turístico -para cualquier ámbito económico, en realidad- que la incertidumbre. Ya ocurrió en primavera, después en verano y, en última instancia, en otoño, previa declaración de un nuevo estado de alarma. Y las fiestas que cierran el año no son excepción.

Las reservas (de hoteles, apartamentos, viajes...), que se habían animado semanas atrás, se resienten y el sector también da por perdida esta época del año en la que millones de españoles acostumbran a viajar. No sólo a sus casas familiares, también a esquiar o incluso a la playa, con Canarias como destino estrella. Habrá viajes, pero serán los menos. La Navidad despedirá el año más negro que se recuerda para el turismo -y mucho más-y la esperanza ahora es el éxito de la vacuna. Países como Reino Unido hacen de avanzadilla y España debería sumarse en unas semanas, si bien existen muchas dudas -también en esto- sobre cómo se va a gestionar la vacunación de más de 100.000 personas al día para llegar al verano con los 20 millones de personas inmunizadas que ha prometido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El sector turístico atisba el inicio, lento en cualquier caso, de la remontada para la próxima Semana Santa, aunque si algo han demostrado los últimos meses es que ninguna previsión es fiable con esta enfermedad. El horizonte aún es lejano, por tanto, sobre todo con la actividad a cero -o prácticamente-. Y es ahí donde las Administraciones, comenzando por el Gobierno, tendrán que actuar. Porque habrá hoteles que en marzo cumplan un año cerrados. Y solo con Ertes y deudas avaladas que tienen que devolver la supervivencia es imposible.

El sector privado implora desde abril ayudas directas, de muchos tipos, pero entre otras fiscales, con una rebaja temporal del IVA turístico como plato fuerte -del 10% al 7%, al 5% o al 4%-. El Gobierno se resiste y menosprecia sus efectos porque sólo ayudaría a la cuenta de resultado de las empresas sin incentivar la demanda. Una aseveración que contrasta con lo que en estas páginas receta el secretario general de la OMT. Es cierto que la seguridad es hoy el mayor estímulo, pero con una crisis que afecta a millones de familias cualquier ‘descuento’ ayuda a tomar decisiones de gasto. Y, es más, aunque solo ayudara al balance de las empresas, bienvenido sea, puesto que de su resistencia dependen el empleo, el consumo y, en última instancia, la recaudación fiscal -también la del IVA-.