El gran desafío
del turismo

El turismo ha sido tradicionalmente y seguirá siendo uno de los motores de la economía española. No solo por su peso en el agregado del PIB, sino también porque, particularmente, ha demostrado en otras coyunturas muy adversas igualmente, que tiene una enorme capacidad de superación y resiliencia.

Sin embargo, la confianza con la que podemos mirar a este sector no le resta ni un ápice a la enorme dimensión del desafío que supone el hacer frente a la emergencia sanitaria por el Covid-19, que ya ha generado una situación sin precedentes. La razón es clara: no ha habido preparación posible ni dentro ni fuera de España o Europa ante la expansión de la pandemia.

En el caso particular del sector del turismo, la talla del desafío se debe a que se trata de un sector que, por su naturaleza, ha sido de los primeros en caer, en tanto que se fundamenta sobre todo en el tránsito de personas. Pero también porque, por eso mismo, seguramente sea de los últimos en recuperar la normalidad.

Desde aquella primera cancelación del Mobile World Congress en España, el pasado mes de febrero, hasta nuestros días, el enorme impacto económico del Covid-19 sobre el turismo no ha dejado de crecer, haciéndose a cada paso más grande. Esto, en último término, puede tener una estela económica en forma de una importante pérdida de confianza, ese particular virus de las economías del que tardan mucho tiempo en recuperarse.

En medio de estos acontecimientos, la respuesta del sector empresarial ha sido admirable. No solo ha apoyado desde el principio todas las medidas sanitarias destinadas a frenar la pandemia, sino que además ha puesto a disposición de la sociedad su total colaboración y solidaridad para ofrecer toda ayuda posible.

En paralelo, como no podía ser de otra manera, el sector turístico ha demandado medidas de choque para amortiguar en lo posible la pérdida de tejido empresarial. Las empresas del sector, en mayor medida que otras menos afectadas por el parón de la actividad, son las más necesitadas de medidas urgentes, algunas de ellas ya adoptadas, para aligerar costes laborales, financieros y fiscales.

Por ello, desde CEOE hemos insistido en nuestra oferta para sentarnos con el Gobierno en el marco del diálogo social para hacer diagnóstico de los sectores más afectados por el Covid-19, para implementar a partir de ese mapa una suspensión fiscal con la que evitar un mayor daño, que puede ser irreversible, en el tejido productivo.

Sin embargo, no debemos caer en el error de pensar que, una vez se levante el estado de alarma, todo volverá a la normalidad. En efecto, la movilidad estará sujeta a la seguridad sanitaria, al levantamiento paulatino de restricciones y a la colaboración entre administraciones de todos los ámbitos. Por tanto, sin poder vaticinar plazos concretos, el proceso no será para nada inmediato.

Al menos, no será así en el sector turístico. Los flujos turísticos tardarán en recuperarse, por lo que las medidas económicas de apoyo deberán dar cobertura a las empresas, al menos a las de este sector, especialmente a las pequeñas y medianas, hasta que se pueda decir que la normalidad por fin se ha reestablecido.

Otra de las cuestiones que deben tenerse en cuenta es la necesidad de contar con un plan de recuperación de la actividad que parta del diálogo entre la Administración en todos sus niveles, también con una proyección europea, y los interlocutores sociales. Este plan, para ser efectivo, deberá ser tan global como realista.

Hasta ahí lo que tiene que ver con la necesaria ayuda pública en este trance. Sin embargo, si hablamos del enorme desafío al que se enfrenta el turismo en estos tiempos del Covid-19, también hay que plantear lo que se presume como un cambio en el propio funcionamiento del sector. No cabe duda de que las empresas turísticas se van a tener que adaptar a nuevas demandas, no solo relacionadas con los tipos de servicios, sino también con sus condiciones.

Por otro lado, antes ya hablé de la pérdida de confianza. Por ello, si pensamos en cómo garantizar y acelerar la recuperación, también hay que plantearse cómo hacer frente a ese segundo desafío que es recuperar esta misma confianza, para viajar sin miedo y que otros pierdan el temor a la hora de visitar España.

En definitiva, en esto consiste el turismo, en el contacto entre personas. Además, en un modelo turístico como el nuestro, basado en la tremenda interacción entre turistas y población local, recuperar y anclar esa confianza va a ser fundamental.

Desde CEOE estamos convencidos de que el sector turístico, por su naturaleza, su importancia y la calidad de sus empresas, va a poder superar esta crisis y va a saber salir reforzado. No hay que olvidar que España es una referencia internacional en turismo en general, no solo de ocio. También de reuniones e incentivos y viajes de negocios.

Por tanto, todos tenemos la responsabilidad de demostrar que se puede salir de una situación como esta, y hacerlo con la capacidad de poder seguir creciendo a futuro. Nuestras empresas, desde luego, están preparadas para ello y listas para demostrarlo, siempre que el Gobierno ofrezca un apoyo sólido y sin fisuras, y se comprometa en ayudar a un sector que no solo genera actividad, empleo y bienestar en España, sino que también contribuye a que la sociedad sea más rica.