España, Francia y Alemania se unen en la apuesta europea por la defensa

El Caza de Nueva Generación (’New Generation Fighter’) es un proyecto por el que se pretende aumentar la conectividad de los elementos de la defensa, añadiendo nubes de drones interconectadas y reduciendo la huella de detección.

El Caza de Nueva Generación (New Generation Fighter, NGF) o caza del Sistema de Armas de Siguiente Generación, NGWS, dentro del programa Future Combat Air System (FCAS) se concibe como un Command Fighter: una sólida capacidad de combate independiente, que proporciona la capacidad de controlar componentes no tripulados y comandar otros aviones de combate, pudiendo realizar funciones de mando y control. “Deberá tener potencial de crecimiento para seguir mejorando esas capacidades e integrar tecnologías y desarrollos futuros”, declaran fuentes del Ejército del Aire y del espacio en una entrevista para elEconomista Movilidad y Transporte. El proyecto NGWS arranca fundamentalmente por dos razones: la necesidad de adaptar las capacidades de las Fuerzas Armadas a lo que demandan los escenarios actuales y futuros; y segundo, y como consecuencia del primero, el diseño y desarrollo de un sistema de armas que sustituya las actuales flotas de cazabombarderos de los tres países participantes en el programa: Eurofighter para Alemania y España, por un lado, y Rafale en el de Francia, por otro.

“No cabe duda que, a semejanza de lo que ocurrió cuando se puso en marcha el programa Eurofighter, en segundo plano existe una motivación adicional que es la potenciación de la industria de defensa de los tres países, y muy importante con el objetivo de alcanzar, en la medida de las posibilidades, una independencia tecnológica que se debe traducir en una soberanía de operación de nuestros sistemas de armas”, enfatizan desde el Ejército del Aire y del Espacio.

Desde el punto de vista de país, este programa debe de servir como impulso del tejido industrial de España con una fuerte inversión en I+D+i en tecnologías de uso dual, que debe de situar a nuestras industrias donde les corresponde dentro del panorama internacional. Además, y de forma muy especial, este tipo de programas internacionales son una forma muy importante de rentabilizar la inversión en Defensa, puesto que cada euro que se invierte se traduce en un retorno industrial y, en definitiva, en puestos de trabajo de alta cualificación e impuestos que se recaudan.

“La ambición de España desde el comienzo de su participación en el programa ha sido el ser un socio al mismo nivel que sus socios”, añaden desde el Ejército del Aire. A pesar de que España entró más tarde que Alemania y Francia, socios fundadores, y que iniciaron el programa en 2018, y de los grandes esfuerzos que fueron necesarios para conseguir esta paridad (especialmente en el área de reparto industrial), el último Acuerdo de Implementación nº 3 fue el primero concebido y negociado desde un principio con la participación de España en las mismas condiciones que el resto de socios.

Esto se traduce en que en todas las áreas o pilares en los que se ha dividido el programa hay una participación de empresas españolas de alrededor del 33% de reparto industrial y que se corresponde también con otro 33% de financiación del programa. En el caso español, Indra fue nombrada por el Ministerio de Defensa como coordinador nacional del programa, liderando además el pilar 6 de sensores, al igual que Airbus DS SAU, aunque participa en otros pilares, lidera el pilar 7 de Baja Observabilidad.

Esta fase de desarrollo tecnológico supondrá una contratación a Indra superior a los 600 millones de euros para ejecutar en los próximos tres años y establecerá las bases para la Fase 2, de otros tres años, que dará continuidad al programa hasta 2029 y finalizará con pruebas en vuelo mediante demostradores funcionales. “Este sistema de sistemas no solo pretende sustituir a los cazas actualmente en servicio, sino constituir el núcleo de un sistema de combate que incluye, además de un caza de nueva generación, plataformas no tripuladas, sensores, tecnología de baja observabilidad y, sobre todo, una nube de combate que permitirá la operación colaborativa de todos estos activos, gestionando toda la información del combate aéreo y en un futuro de todo el campo de batalla digital”, ha destacado el consejero delegado de Indra, Ignacio Mataix.

Por su parte, Airbus España participa en la parte correspondiente al desarrollo del fighter y el concepto de caza de sexta generación, y otro de los pilares fundamentales en los que están trabajando como ya se ha mencionado anteriormente es en el desarrollo y puesta en marcha de tecnologías de baja observabilidad. “Creamos el environment para trabajar de forma conjunta con todos los partner y con todos los socios del programa”, apunta Miguel Ángel Morín, Head of FCAS Spain & ELOT PD de Airbus España en una entrevista para elEconomista Movilidad y Transporte.

Pero, sin duda, uno de los puntos fundamentales del que se encarga a Airbus es la tecnología de baja observabilidad, por la cual estiman que una vez puestas en marcha estas tecnologías se pasaría de una detección hoy de 10 metros cuadrados a que los radares solo captarán los aparatos en un radio de aproximadamente 0,01 metros cuadrados. “Gracias a estos avances dividiríamos por 1000 la huella de detección de los aparatos”, estima Miguel Ángel Morín. En concreto en el pilar de maduración tecnológica de baja observabilidad Airbus identifica cuáles son los desarrollos del sistema completo trabajando en distintas áreas como son los nuevos materiales, instalación de antenas e instalación de armamento.

Por otro lado, Airbus también participará en el diseño de las cabinas. “Las cabinas del fighter serán disruptivas totalmente y distintas de lo que conocemos hasta ahora” y también participarán en los nuevos sistemas de comunicación y en las bahías de armamento del nuevo avión de combate. “FCAS va a ser el defensor y el adalid de la seguridad europea y va a garantizar la seguridad de nuestras Fuerzas Armadas”, concluye Miguel Ángel Morín.