¿Habrá cambio generacional en España para uno de los sectores estratégicos de nuestra economía?
Parece que las noticias que rodean al sector del transporte y la logística, en los últimos tiempos, casi siempre cuentan con un tinte negativo. La inestabilidad general causada por la guerra de Ucrania y el incremento en los precios del combustible han sumido al sector en una situación delicada. Pero no son estos los únicos problemas a los que, quienes nos dedicamos a este sector, tenemos que enfrentarnos en la actualidad.
Aunque la industria del transporte es estratégica para cualquier país, contamos con una importante barrera que está condicionando y que condicionará con mayor dureza la sostenibilidad del transporte por carretera, y que se está volviendo endémica en España, pero también en las principales economías que nos rodean: no existe relevo generacional en el sector, tanto empresarial como de conductores profesionales. No hay conductores que quieran recoger el testigo de sus predecesores. Y las causas de esta problemática van mucho más allá de una mera razón salarial. Por ello, quienes nos dedicamos a este oficio debemos buscar fórmulas para adecuarnos a las necesidades y requerimientos de las nuevas generaciones. Nos encontramos ante un cambio de cultura y de mentalidad.
¿Y qué buscan las nuevas generaciones? En los últimos años, hemos pasado de que las condiciones laborales fueran un hándicap -o, cuanto menos, un motivo de protesta- para muchos profesionales, a algo más amplio, a un problema “endémico”: las nuevas generaciones no quieren ser transportistas. El sueldo es un inconveniente, pero no es el único. La búsqueda de la conciliación familiar, el respeto por el tiempo de ocio, y la posibilidad de compatibilizar ambas facetas con la vida laboral son, cada vez más, requisitos muy valorados por nuestros jóvenes.
La falta de profesionales cualificados debemos abordarla desde una perspectiva más global, y poner en marcha políticas y medidas en la industria que permitan dignificar nuestra profesión para adaptarla a la nueva escala de valores de la sociedad y, sobre todo, de los más jóvenes con un pie en el mercado laboral.
No es de extrañar la falta de vocación cada vez más creciente. Hablamos de un cambio de mentalidad en la sociedad, para quien conducir un camión ha dejado de ser visto como algo romántico. Los futuros profesionales no quieren ser transportistas porque no quieren dedicar su vida y su tiempo a algo que no les permita dejar espacio a nada más. Nuestro reto pasa entonces por adaptarnos a estas nuevas condiciones para reducir, en la medida de lo posible, la brecha generacional. Estas mismas circunstancias y condiciones podemos trasladarlas si hablamos de sucesión generacional en las empresas de transporte.
La edad media de los profesionales del transporte en España es, según el gremio, de 50 años. Esto significa que, para 2030, ya habremos perdido a un tercio de nuestros transportistas actuales. Por su parte, la patronal cifra en torno a 15.000 las vacantes que habría que cubrir en nuestro país para poder seguir transportando el 90% de las mercancías que, actualmente, se mueven por carretera.
Como profesional del sector, veo con tristeza camiones detenidos, flotas sin chóferes. Profesionales que alcanzan la jubilación y no cuentan con quien les tome el relevo. Es necesario realizar grandes esfuerzos, por parte del sector público y privado, para atraer y adaptarnos a los jóvenes y que, con el tiempo, nuevos profesionales vuelvan a ver con atractivo esta actividad. Una labor que, aunque sin duda resultará difícil, no es imposible. En nuestra mano está que un sector con tanta tradición y tan estratégico como el transporte cuente también con perspectivas de futuro que garanticen su continuidad y sostenibilidad.