La búsqueda de la sostenibilidad, necesaria, pero con calma

La búsqueda de la sostenibilidad en el sector de la movilidad está en el centro de los planes de todas las empresas. Tecnología, nuevos combustibles e incluso propulsiones revolucionarias están a la orden del día en las compañías de todo tipo, pero la velocidad a la que se hagan este tipo de procesos puede llevar al éxito o al fracaso, no solo del propio plan de sostenibilidad, también a nivel financiero. Más si cabe, cuando desde instituciones internacionales se apoya la puesta en marcha de gravámenes que obliguen o empujen a hacer este cambio más rápido de lo que las empresas calculan que deben hacerlo.

“Medidas en pro de la sostenibilidad sí, pero que tengan sentido”. Esta frase está en boca de todo el sector desde hace ya varios años, pero cada vez, con cada iniciativa que se pone sobre la mesa a nivel europeo, su voz se hace todavía más fuerte. Es el caso, por ejemplo, de los impuestos que sobrevuelan el sector de la aviación -tanto a los billetes como al combustible- y que desde el inicio han sido rechazados por las empresas que operan en este mercado. Desde el sector abogan por incluir cambios, como el uso de combustible sostenible de aviación, que permitan reducir la emisión de contaminantes pese a un precio más elevado, pero sin entorpecer la buena marcha financiera de las propias empresas.

Pero la aviación no es la única. La carretera también está sufriendo las consecuencias de una sostenibilidad acelerada a través de la obligación de renovar sus flotas que se enfrenta a una situación de mercado más que complicada. Además del auge de precios, los tiempos de espera para la recepción de estos vehículos y la falta de desarrollo de algunas tecnologías consideradas verdes se suman a la obligación de las zonas de bajas emisiones en un momento complicado para el sector. En el caso de los viajeros, la situación es similar, pues los pliegos de las nuevas concesiones de autobús a nivel nacional incorporarán beneficios para aquellas empresas que ofrezcan sus servicios con vehículos sostenibles cuando los autobuses de larga distancia todavía tienen muy difícil, por no decir imposible, otras tecnologías.

El ferrocarril, por su parte, ya cuenta con una pata muy importante de sostenibilidad, pero tiene asignaturas pendientes como el fomento de la intermodalidad y la electrificación de determinados tramos claves que permitirá avanzar en este sentido. Sostenibilidad sí, pero a su tiempo. Acelerar los procesos incluso por encima de los avances tecnológicos no solo no ayuda a ir en la dirección correcta, sino que además puede dañar a las compañías y, por tanto, congelar por completo los tan necesarios procesos hacia el futuro de la movilidad.