Intermodalidad y rentabilidad... las bazas que ha de jugar el transporte del futuro

El futuro del transporte ya es presente, pero todavía tiene que pulir aspectos claves que garanticen su sostenibilidad futura. El más claro es la intermodalidad, un aspecto que durante años ha centrado los debates de propios y extraños, pero cuyo desarrollo está todavía en ciernes. Las empresas de transportes comenzaron hace apenas dos o tres años a lanzar sus propias soluciones de intermodalidad aprovechando la infraestructura existente y optando por la búsqueda de la rentabilidad económica como fin.

La irrupción del denominado Mobility as a Service (MaaS), en castellano, movilidad como servicio, ligado plenamente a la tecnología ha supuesto un paso más en esta estrategia. En la última década los viajeros hemos cambiado radicalmente la manera de concebir el transporte, y gracias a estos servicios, hemos comenzado a utilizar distintos y sucesivos medios de transporte para un mismo viaje. Taxi o VTC de casa a la estación de tren o el aeropuerto, avión o tren, y medios de movilidad personal para finalizar. El viajero es ahora el centro de una movilidad eficiente y sostenible que busca poder combinar las ofertas de diferentes servicios de transporte.

Los acuerdos entre compañías para prestar este tipo de servicios están a la orden del día. Carsharing, plataformas de vehículos de alquiler con conductor, operadores ferroviarios, aerolíneas, autobuses, metro, viajes compartidos, empresas de patinetes y bicicletas de alquiler por minutos, etc., y por supuesto, empresas de tecnología, llevan tiempo trabajando en este tipo de soluciones. Con solo un clic este tipo de aplicaciones permiten planificar todo un trayecto, de punto a punto, poniendo el foco en la sostenibilidad medioambiental.

Pero más allá de esto, la sostenibilidad económica para las empresas que llevan a cabo estos proyectos está en el número uno de la lista de prioridades. ¿Qué pasará si Renfe e Iberia extienden a casi toda la red de alta velocidad española su acuerdo de intermodalidad? Si se reducen los pasajeros que vuelan en trayectos domésticos, lo lógico y sostenible económicamente sería ver también una reducción en las frecuencias e incluso en este tipo de rutas. Esos aviones podrían dedicarse entonces a otras líneas que, esta vez sí, aportasen más beneficios a la aerolínea. ¿Qué pasaría entonces con aeropuertos como el de A Coruña que, según datos de Aena en 2019, concentró el 50% de su tráfico en la ruta con Madrid? ¿O el de Vigo, con un 67%?

Sostenibilidad económica y medioambiental fuerzan un cambio de rumbo en el mundo del transporte que pasa ahora por la intermodalidad, pero que todavía necesita un empujón para conseguir que lo que ya es el día a día de los desplazamientos en las grandes ciudades pase también a serlo en otros puntos de la geografía nacional.