El GLP, la otra cara de la moneda

El gas es uno de los temas sobre los que más informaciones han surgido durante los últimos meses, información que se ha intensificado a raíz del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, existe una concepción errónea a la hora de equiparar los diferentes tipos y formas de gas que se utilizan en industrias como, por ejemplo, la automoción. Gran parte de los usuarios tienden a pensar que la situación del gas natural, que es a lo que comúnmente nos referimos al hablar del gas, se extrapola por igual a todas sus variantes. Y nada más lejos de la realidad.

Centrémonos en las consecuencias prácticas en el sector de la automoción, en el que el gas constituye una parte muy importante. Los usuarios de vehículos con GLP o Autogas no han notado, hasta el momento, la misma subida de precios que los conductores de coches de gasolina, o que incluso los vehículos propulsados con GNC o gas natural comprimido.

De hecho, durante la última semana hemos visto cómo el precio del GNC se disparaba hasta 1,90 euros, mientras que el del GLP se mantiene en 0,90 €/l. Cabe destacar que, en enero, el GNC se pagaba aproximadamente a 1,30 €, lo que ya suponía un incremento de más del 50% con respecto al mismo mes de 2021. Por su parte, el GLP registraba en enero un precio aproximado de 0,65-0,70€.

La razón principal de esta diferencia radica en la fuente de energía de la que se obtiene cada combustible. El gas natural ha experimentado una subida de precio drástica en todos los mercados, mientras que la subida del petróleo, fuente principal de la que deriva el GLP, no ha registrado una subida tan acentuada como la del gas natural.

Además, cabe destacar también que el precio del gas natural se ha limitado para los hogares, pero no para su uso como combustible de vehículos. Tal y como recoge la OCU, el GLP es el combustible que menos incremento anual ha registrado, seguido del gasóleo, la gasolina y el GNC.

La solución más inmediata y factible para avanzar hacia la descarbonización

Se suele decir que cuando nos tocan el bolsillo es cuando más reaccionamos, pero lo cierto es que el ahorro económico no es la única razón por la cual el GLP se postula como el mejor combustible alternativo que hay hoy en día.

La reducción de las emisiones de CO2 y otros gases y partículas contaminantes con respecto a la gasolina y el diésel es clara y notable. De hecho, el GLP es un puente necesario hacia la descarbonización, puesto que es la única alternativa de aplicación inmediata que ejerce una clara disminución en el impacto medioambiental, hasta que se logre un mayor desarrollo de alternativas 100% limpias como el hidrógeno.

A día de hoy, los coches eléctricos no constituyen aún una opción al alcance de la mayoría de personas, puesto que no cuentan con suficientes puntos de recarga en todo el territorio nacional, ni proporcionan una autonomía suficiente como para que los usuarios y empresas se puedan plantear, masivamente, utilizar un vehículo eléctrico. Por otra parte, el hidrógeno como combustible sigue avanzando a pasos agigantados, si bien los vehículos de hidrógeno que se comercializan a día de hoy son insuficientes.

En cambio, los vehículos GLP cuentan con más de 700 puntos de suministro en toda la red nacional. Pese a que podrían ser muchos más, es un volumen suficiente como para que su uso se pueda extender a más ciudades y regiones de España. Por otro lado, el ahorro económico que ofrece es claro: llenar el depósito de GLP es, aproximadamente, un 48% más barato que llenar uno de gasolina.

Mismo objetivo, distinta situación

Es curioso ver cómo el GNC ha cambiado radicalmente en pocas semanas, pasando de ser el combustible más barato a ser el más caro. Sin embargo, las ventajas medioambientales son las mismas en GLP y en GNC, puesto que ambos certifican a los vehículos con la etiqueta ECO. Por supuesto, con todos los beneficios que ello conlleva, como la reducción económica en las zonas de aparcamiento, la accesibilidad a grandes núcleos pese a las restricciones por contaminación, y el permiso de acceso a Zonas de Bajas Emisiones, que a partir de 2023 serán mayoritarias en España.

El objetivo del GLP y el GNC es el mismo: transitar hacia la descarbonización y reducir las emisiones contaminantes con respecto a los combustibles tradicionales. Sin embargo, la situación actual de ambas fórmulas es opuesta. El GLP es el único combustible que, por el momento, no ha superado el precio de 1 euro por litro, y por tanto es la alternativa que más ahorro permite.

El sector del transporte y la automoción está bien encaminado hacia un escenario de descarbonización a medio plazo, y de neutralidad climática a largo plazo. Todos debemos remar en esa dirección, pero hemos de ser realistas y saber cuáles son las posibilidades y el alcance al que podemos aspirar a día de hoy. Hay alternativas sostenibles de movilidad que no se tangibilizarán hasta dentro de varios años.

Pero también hay otras, como el GLP, que ya son una realidad con efectos inmediatos, y que además son necesarias para avanzar hacia el primer objetivo común, la descarbonización. El gas natural y el GLP son dos caras de la misma moneda, la cara y la cruz de un panorama que ha experimentado un giro de 180º en pocas semanas. Pero, a diferencia del juego de azar, está en nuestras manos elegir una de ellas.