La subida del coste energético lastra el transporte y la logística

El aumento del precio de los combustibles, tanto la electricidad como el derivado del petróleo, que está marcando picos muy elevados hasta el mes de septiembre, está dificultando la recuperación del transporte y de la logística, sobre todo a nivel de la carretera, el principal tráfico de mercancías del país

El incremento del precio de los diferentes combustibles que utiliza el transporte, electricidad, gasóleo, gas natural licuado, etc., tanto en el sector del tráfico de mercancías, como en el de pasajeros, está lastrando las cuentas de las empresas, ya que una de las mayores partidas de gastos proviene precisamente de este concepto.

Si bien a los diferentes medios de transporte afecta la evolución de precios, es cierto que quien más está viendo comprometido sus resultados es el transporte por carretera y la logística, ya que según las cifras que baraja el sector, el diésel lleva desde septiembre del 2020 creciendo en un 25% su coste.

Aunque la actividad de las empresas de este sector ha dado muestras de recuperación tras la pandemia, se están viendo comprometidas con nuevas barreras que desde todas las patronales apuntan hacia la subida de los costes energéticos y hacia la necesidad de que el Gobierno y las Administraciones Públicas adopten algún tipo de medidas de apoyo.

La reclamación desde el sector hacia la Administración es constante, y se habla de una situación de “incertidumbre”, dado que la posible repercusión del alza de los costes energéticos en los precios no se ha visto reflejado en los datos que ofrece trimestralmente el ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y que hasta junio se apuntaba de un 0,8%.

El paso desde septiembre de 2020 de la media de 103,91 euros por litro a los, aproximadamente, 122,22 euros del mismo mes de este año, está afectando a la rentabilidad de las empresas de trasporte por carretera, tanto de mercancías como de pasajeros, así como a la actividad logística. Ya que como señala Ramón Valdivia, director general de la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), el combustible representa “un tercio del coste operativo”, y si ocurre “como está pasando en los últimos meses, que el precio se incrementa de forma rápida y significativa, hay una merma directa en el margen operativo. Cuando, además, los operadores no pueden repercutir en sus precios estos incrementos”.

La subida de costes pone en peligro el riesgo de supervivencia de las empresas de transporte por carretera, ya que según apunta José María Quijano, secretario general de la Confederación Española de Transportes de Mercancías (CETM), está afectando a la rentabilidad de las empresas, debido a la “dificultad que el sector encuentra para repercutir el aumento de costes en los clientes”. Y añade que “un golpe de esta magnitud puede ser determinante para muchas empresas”, a la vez que ve necesario revisar al alza los precios del transporte.

Por su parte, desde Fenadismer se insiste en la necesidad de que se produzca una actuación por parte de la Administración, porque “llevamos 14 años intentando encontrar soluciones con los incrementos de precios”, y su secretario general, Juan José Gil, anuncia que se está preparando una demanda colectiva contra las petroleras, a la vez que también fija su queja en la “contención de precios” que lastra la explotación de las empresas.

Pero no sólo es el transporte por carretera de mercancías el que muestra su preocupación, sino que el tráfico de pasajeros también está dentro de una situación de incertidumbre, porque como recuerda Rafael Barbadillo, presidente de CONFEBUS, la situación del transporte en autobús fue de las que más sufrió con la pandemia, y el aumento de costes “podía lastrar la recuperación de las ya deterioradas cuentas de un sector que se ha visto gravemente afectado por la crisis.

Para Barbadillo, el coste del gasóleo se ha situado en su “momento álgido al situarse por encima, incluso de los niveles de 2019”, lo que supone un problema para la evolución y transformación en el fomento de la transición hacia una flota de combustibles alternativos.

La Logística también se resiente con estas subidas del precio del combustible, y en este caso no sólo del gasóleo, pues la electricidad y el GNL también tienen su incidencia. Por ejemplo, en el caso de las plataformas logísticas (almacenes) y el transporte en frío, que dependen de ese otro tipo de energía.

Desde la Organización Empresarial de Logística y Transporte (UNO), su presidente, Francisco Aranda, cree que es complicado que se puedan pactar los contratos, porque “hay un alto porcentaje en los que no aparece contemplado el hecho de negociar por una variación en el precio del combustible”. Desde UNO se considera que esta situación va a provocar que los acuerdos y licitaciones no puedan pactarse a un año o más, sino que “se van a ir revisando en plazos más cortos”.

En cuanto a los otros tipos de transporte, ferrocarril, aviación o marítimo, las circunstancias son similares. En el caso del sector aéreo, y aunque las compañías suelen tener reservas pactadas con los proveedores a un determinado precio, la subida del barril brent de petróleo, una de las referencias del combustible por encima de los 81,24 dólares, se está notando. Lo que ocurre es que en este caso las aerolíneas tienen la facultad de pasar parte de ese aumento de coste a los billetes. Algo similar pueden hacer las navieras. Mientras que, en el caso del ferrocarril, el coste de la electricidad es el que repercute, tanto en los convoyes como en las infraestructuras. Si bien el gestor, Adif contrata el suministro eléctrico para la Red Ferroviaria de Interés General a través de dos contratos, uno para puntos telemedidos y otro para puntos no telemedidos, que se adjudican a precio indexado, el primero, y a precio fijo el segundo.