Javier Martínez, director de movilidad sostenible de EDP España: “En 2025 se viajará por España con las mismas garantías con un coche eléctrico y uno de gasolina”

La electrificación de la movilidad lleva años en el horizonte de la Unión Europea como uno de sus proyectos más ambiciosos para descarbonizar la economía. Un objetivo que ha pisado el acelerador en los últimos meses y que aspira a pegar un gran salto cualitivo en cinco años, al equiparase en usabilidad con el de gasolina o diésel

Aunque cada vez es más común ver vehículos eléctricos por las grandes ciudades, gracias en parte a la proliferación de la movilidad compartida, lo cierto es que en España apenas hay unos 60.000 coches de baterías matriculados de los casi 30 millones que circulan por nuestro país. En este punto, en 2020 se vendieron en España 17.925 coches eléctricos puros, lo que supone casi duplicar los matriculados en 2019 aunque su cuota de mercado apenas alcanza el 2,11% -se vendieron 850.000 automóviles el año pasado-. “La tecnología ya está probada y es fiable, es cuestión de tiempo que sea una realidad. No será de hoy para mañana porque todavía hay puntos en los que estamos trabajando, pero su uso se generalizará, como pasó con el teléfono móvil”, explica Javier Martínez, director de movilidad sostenible de EDP España en una entrevista con esta revista. Un encuentro en que realizó un repaso a los cambios en el consumo y el repostaje que traerá consigo la movilidad eléctrica y los retos que aún hay que superar para que cubra todas las necesidades del usuario con las mismas garantías que el coche de gasolina. Entre ellas, el precio y las soluciones de carga rápida y garantizada, que aunque ya están en camino, todavía tardarán unos años en generalizarse.

En la industria se apunta a la falta de soluciones de recarga como uno de los frenos a la proliferación del coche eléctrico. ¿Qué está haciendo EDP en este campo?

Cuando se habla de movilidad eléctrica todo el mundo piensa en el formato de la gasolina. Es decir, pone al coche en el mismo lugar el de gasolina, entendiendo que funcionaría de forma parecida, lo que implica dar mucho peso y poner en el centro del debate a la carga pública. Y, aunque es muy importante, también hay tener muy en cuenta la carga privada o vinculada. Y es que, la gente que conduce un coche eléctrico recarga las baterías cuando este está parado: en el garaje de su casa, la oficina, el supermercado o la acera. No va a un punto a recargarlo cuando se queda sin batería si no que siempre está a tope. Nosotros a esto lo llamamos recarga vinculada porque al final es donde se puede conseguir una electricidad muy barata y comodidad. Ya no hay que pasar por la gasolinera. A nivel urbano, hay que hablar en este contexto de recarga vinculada. Por otro lado, es cierto que cada vez hay coches que tienen más autonomía, que también se cargan en casa, pero que ya empiezan a viajar, a salir lejos de casa, y ahí tenemos un reto muy importante: en la recarga de necesidad en la carretera, en itinerancia.

¿La recarga vinculada no estaría limitada a viviendas unifamiliares y garajes privados?

Tienes toda la razón, hay personas que no van a ser capaces de poner un punto de recarga vinculado y por lo tanto van a tener más problemas para tener acceso a la movilidad eléctrica hasta que no haya una red de recarga eléctrica tan grande como las gasolineras. Pero, dentro de la gente que tienen garaje, todavía son muy pocos los que tienen vehículo eléctrico pese a que es más fácil para ellos recargarlos. Además, también estamos poniendo puntos de cargas en parkings públicos en el centro de las ciudades y llegando a acuerdos con empresas para que estén en los aparcamientos de sus sedes. Nosotros también apostamos por desarrollar la infraestructura de carga pública porque pensamos que es imprescindible, sobre todo para aquellos que viven en los centros de las ciudades. Hoy es el principal motivo por el que los clientes compran o no compran un vehículo eléctrico. Tenemos claro que hay que tener suficientes puntos de recarga para que el cliente esté tranquilo, pero no podemos ver la recarga pública como la única vía de hacer crecer el parque eléctricos, ya que cuando te acercas al uso real, ésta pinta muy poco, solo el 5% de los km que se recorren se hacen con recarga pública. El resto con recarga vinculada.

Todos los planes de despliegue de electrolineras o puntos de recarga que se han puesto en marcha, ¿están sobredimensionados?

No, yo no diría eso. La recarga pública es muy importante, pero sólo es una más y no la única, cómo hasta ahora con los vehículos diésel o gasolina. En España hay entre 6.000 y 10.000 puntos de recarga abiertos -no todos están operativos- y hay 20.000 gasolineras. Esto no quiere decir que los puntos estén colocados por toda España de forma tan estratégica como las gasolineras, pero cuando hablamos del despliegue previsto vamos a sumar más puntos de recarga que estaciones de servicio hay hoy pero el cliente, como nosotros pensamos que se comportará en los primeros años es que siempre que el coche esté parado estará cargando, la mayor parte de las veces en un punto vinculado donde tendrá un contrato con un precio especial y otras veces por necesidad en la carretera. Nuestro objetivo es tener en 2030 unos 10.000 cargadores en España y Portugal y entre públicos y privados para poder trasladar soluciones.

Además de los puntos, el tiempo de recarga también es muy superior...

Los tiempos de recarga son también uno de los frenos. Los puntos que ponemos son de 50kw, es decir que tardan algo más de una hora en cargar una batería con una autonomía de 400 kilómetros. Ahora mismo la red rápida que desplegamos se hace en 50 kw y para conseguir que el vehículo se cargue en 10-15 min tendríamos que pasar a la siguiente tecnología, que es la de 150 kw o 300km. Estas tecnologías de recarga ultrarrápida no son una novedad, es una tecnología absolutamente testada y muy fiable, pero sí que tiene un problema y es que nos cuesta más tiempo ponerlas en servicio por temas administrativos y mucho más rentabilizarlas porque son más caras e implican sobrecostes. Hay dos frentes: el tiempo y la falta de flota. Solo hay 60.000 coches eléctricos en la calle y la grandísima mayoría hacen recargas vinculadas por lo que todavía no tenemos la capacidad económica de hacer un despliegue masivo en 150 kw ya que no podremos rentabilizar la infraestructura ni ahora ni en el futuro. Lo estamos haciendo conforme el sector va creciendo. La recarga rápida es una realidad tecnológica pero el mercado tiene que madurar. Es una cuestión de tiempo, cada vez menos, que esto vaya funcionando y sea una realidad. Que la tecnología exista y esté probada no quiere decir que esto vaya a ser de la noche a la mañana todo eléctrico. Daríamos desde el sector un mensaje erróneo a la ciudadanía diciendo que mañana puede tener un coche eléctrico que le va a servir para todas las ocasiones y le va a solucionar todos los problemas, como el diésel. Esto no es real y si lo decimos la gente no se lo creerá y seguirá desconfiando.

¿Cuándo podrá ser una realidad?

Un escenario muy lógico para tener una red en España con la que se pueda viajar en el mismo tiempo en un coche eléctrico que en un coche de gasolina es 2025, si no es antes. En 2025 se podrá viajar por cualquier autopista en España con las mismas garantías que con un coche de gasolina, aunque si puede ser que necesites un poco más de planificación porque no en todos los puntos de la autopista tendrás la recarga eléctrica. También es verdad que ahora es el propio coche el que te dice donde recargar, el que te calcula la ruta con el punto en el que tienes que parar a recargar. Es una realidad y en el año 2025 habrá una paridad de precio y una paridad de uso entre el coche eléctrico y el de gasolina y a partir de ahí habrá personas que prefieran coches híbridos, de gasolina, eléctricos porque habrá ventajas en cada uno de los usos. Lo que sí que pensamos es que el que más va a crecer es el coche eléctrico.

¿Harán falta ayudas para que las personas den el salto?

En este momento si, las hay. El crecimiento de este mercado es menor que otros países como Portugal y en parte porque los incentivos ahí han sido muy estables. En España se ve una voluntad muy clara del regulador para que estos incentivos se produzcan, pero no hay continuidad, al final son más complicadas. De momento es muy importante que haya estas ayudas porque es la manera de poder dinamizar el mercado. Con el tiempo estas ayudas no serán necesarias y tenderán a desaparecer ya que el mercado será capaz de moverse solo. Pero en este momento hay una gran diferencia de precio entre la tecnología eléctrica y la de gasolina por falta de volumen y de escala y que así se compensa.