Los fondos europeos tendrán un papel decisivo en el futuro del transporte

Los fondos Next Generation UE llaman a la puerta como un revulsivo para las diferentes economías de cara a la recuperación de la actividad. También serán el punto de partida para lanzar nuevos proyectos en cada sector y utilizar esta oportunidad para conseguir financiación pública que eche a andar innovaciones y mejoras clave para cada uno de ellos. El transporte es uno de los focos en los que se centrará esta financiación y del buen aprovechamiento del llamado maná europeo dependerá el futuro de un mercado que necesita un empujón para salvar el mayor bache de su historia.

Las nuevas tecnologías aplicadas al transporte, bien a través de nuevos combustibles que arrinconen al diésel o incluso con la cada vez más extendida inteligencia artificial, son el campo de batalla de las compañías que deberán conseguir el favor de Bruselas para sacar adelante sus proyectos. En la mano de unos y otros está que las propuestas no queden en vía muerta y permitan que el transporte, tanto de mercancías como de pasajeros, se convierta en un nuevo motor de la economía, superando los hándicaps de antes de la llegada del Covid-19 y emprendiendo un nuevo camino hacia la modernización del sector.

Uno de los puntos clave de este plan es la descarbonización del transporte, un proceso que lleva años sobre el papel pero que no conseguirá una traducción a la realidad en el corto plazo. Las propuestas marcan dos objetivos, 2030 y 2050, y un camino para conseguirlos, el fomento de la intermodalidad, el uso de combustibles verdes y el trasvase de mercancías de la carretera al ferrocarril. Este último punto es precisamente el que más se ha puesto en duda, sobre todo si se tiene en cuenta que el trasporte ferroviario de mercancías en España apenas supone un 4% del total, cifra que en la Unión Europea ronda el 18%. ¿Es el tren la solución teniendo en cuenta que a día de hoy el 35% de las vías españolas siguen sin electrificar y siendo necesario utilizar diésel? Muchos ven en el hidrógeno el remedio a esta enfermedad que suponen las emisiones, pero poner la palabra verde a modo de apellido a un combustible no lo convierte en limpio, más cuando su producción pasa por la electricidad que no se obtiene con cero emisiones.

El nuevo escenario tiene todavía muchas lagunas por salvar. Las empresas públicas y privadas se preparan para coger la pértiga de los fondos europeos mientras los mercados que quedaban sin abrirse a la competencia en Europa hacen sus pinitos para liberalizarse. España ya lo ha hecho, Francia sigue en ello. Esta pértiga de los fondos también servirá de apoyo para que las empresas que quieran llegar a estos mercados lo hagan, pero el éxito de la maniobra dependerá, una vez más, de los gestores y la forma que tengan de aprovechar un maná europeo que puede revitalizar el sector o ser una nueva oportunidad perdida.