Hacia un transporte por carretera más ecológico y económico

Hoy en día podemos decir que España es un país que se mueve por carretera: El 95% del transporte de mercancías se desplaza de esta forma, y por tanto cualquier medida y cualquier cambio que se realice en este ámbito va a tener siempre un alto impacto en la economía, en la sociedad y en el medio ambiente.

La necesidad de desarrollar modelos más sostenibles y menos contaminantes se hace cada vez más evidente, pero convive también con una complicada situación económica en la que resulta cada vez más difícil afrontar nuevas inversiones.

La optimización de cargas y rutas, a través de plataformas como Ontruck, permite reducir más de un 20% los kilómetros en vacío, al tiempo que ayuda a transportistas autónomos y flotas a mejorar su cuenta de resultados.

Avanzar en esta línea es siempre muy positivo, pero la transformación del sector no puede basarse exclusivamente en este ámbito.

Para lograr la verdadera revolución en términos de emisiones es imprescindible la renovación de la flota. A medida que aumentan las restricciones y se endurece la normativa en cuanto a las emisiones, cada vez son más los transportistas que buscan vehículos más limpios.

Si los transportistas están dispuestos, ¿qué impide la renovación de las flotas? El freno más importante, a día de hoy, sigue siendo el económico.

La inversión que requiere adquirir un vehículo menos contaminante no se ve compensada por un incremento del valor de mercado -el precio del servicio es el mismo-.

Además, con la pandemia, la capacidad de inversión de los transportistas se ha visto aún más reducida y no se conceden suficientes ayudas. Países de nuestro entorno como Francia, por ejemplo, ofrecen ayudas mucho más importantes y eso hace que la renovación de flotas esté siendo más rápida.

Por otra parte, falta infraestructura para que los transportistas puedan realizar el cambio a otro tipo de combustibles sin temor a ver comprometida su productividad.

Deben tener plena información y garantías de dónde van a poder obtener el combustible -gas o eléctrico-, cuánto tiempo les va a suponer y si van a poder cubrir sus rutas habituales.

Sobre los vehículos en sí, lo cierto es que el mercado ofrece cada vez más y mejores alternativas, entre las que hay que elegir sin tener claros todos los detalles que van a influir en su desarrollo.

Es el caso de los vehículos impulsados por hidrógeno, que todo apunta a que serán el vehículo del futuro, pero que todavía no podemos comparar con los existentes.

A día de hoy, probablemente el GNV es la solución más adecuada para las largas distancias, por la autonomía que permite, mientras que el eléctrico, por su parte, está más ajustado para el transporte de última milla.

Lo que está claro es que todo el sector tiene que apoyar la carrera por la renovación de la flota, y poco a poco el parque de camiones deberá ir renovándose para contribuir a crear una economía baja en carbono que proteja el planeta.

Los fabricantes se lo han tomado muy en serio, y todos ellos están trabajando ya en prototipos y modelos de camiones impulsados por energías limpias que progresivamente irán estando disponibles en el mercado.

Desde Ontruck, recientemente hemos colaborado con el fabricante sueco Volta Trucks para ayudarle a dar a conocer en España su primer vehículo comercial totalmente eléctrico, el ‘Volta Zero’, con el que espera revolucionar la logística de última milla y contribuir a la reducción de la huella de carbono.

Con 16 toneladas y un diseño exclusivo para la distribución de carga en núcleos urbanos, estamos seguros de que en unos años será, sin duda, un vehículo habitual en nuestras ciudades, reduciendo su impacto ambiental.

Apoyar un transporte libre de emisiones comprometido con el desarrollo sostenible es responsabilidad de todos, y en el momento en el que nos ha tocado vivir, todos los agentes implicados debemos hacer lo posible por contribuir a ese modelo más ecológico y más económico.

:Los fabricantes, con modelos menos contaminantes; las plataformas tecnológicas, con soluciones que aumenten la eficiencia y la sostenibilidad; las compañías energéticas, facilitando las mejores infraestructuras posibles al mejor coste posible; y, por supuesto, la Administración Pública, apoyando con ayudas y subvenciones a los profesionales, que ya han dejado claro su interés por hacer que este sector sea más ecológico y más eficiente.