El ferrocarril, frente a un año crucial para su futuro como transporte sostenible

El ferrocarril se enfrenta este 2021 a un periodo clave para su futuro como transporte sostenible. El año europeo del ferrocarril marcado en el calendario de la Unión Europea para este ejercicio debe servir para consolidar este medio como una opción para, además de los ciudadanos que ya lo usan ampliamente para sus desplazamientos, las mercancías que se mueven a diario por el Viejo Continente. La diferencia entre países es notoria y España tiene como tarea pendiente desde hace décadas la mejora de sus cifras en el movimiento de mercancías sobre las vías. La liberalización de este tipo de transportes en 2007 no solucionó la mayor parte de las deficiencias y, casi 15 años después, el sector debe afrontar con diligencia soluciones que lo impulsen frente a otros medios de transporte menos sostenibles.

El 2021 está siendo clave para la entrada de la competencia en el mercado de viajeros. La llegada de Ouigo y los Avlo de Renfe ha revitalizado las vías que unen Madrid con Barcelona, pero el índice de uso de la infraestructura todavía es muy reducido. Los tráficos se verán incrementados durante 2022, cuando ILSA, el tercer operador y el primero de capital privado, ponga en marcha sus trenes. Pero todavía necesita un empujón más que puede llegar de la mano de los tan ansiados fondos europeos por los que casi todas las empresas del sector suspiran desde hace meses y que comenzarán a otorgarse después de verano y durante varios ejercicios más.

También debe serlo en otros aspectos. La llegada del combustible verde y el adiós definitivo al diésel deben centrar los esfuerzos de compañías y sector público, cuyo papel es fundamental. La tan pronunciada colaboración público-privada debe comenzar a rodar en este aspecto y permitir que el transporte en ferrocarril sea lo menos contaminante posible. Este año es clave para ello, no solo por el programa Next Generation, el apoyo de las instituciones europeas al ferrocarril debe servir de efecto tractor perfecto para conseguir un mercado único en todo el continente en el que conectar empresas, países y economías, facilitando el crecimiento en la época post-pandemia.

El fin del diésel, acompañado de la electrificación de vías ahora obsoletas y que exigen el uso de trenes contaminantes o el desarrollo de nuevos combustibles para conseguir decir adiós a los carburantes fósiles, es uno de los retos a los que se enfrentará la industria en los próximos años. Pero no el único. La tan necesitada intermodalidad debe conseguir un empujón para conseguir reducir las emisiones, eliminando tráfico de las carreteras y abogando por medios de transporte más sostenibles que puedan realizar los mismos recorridos. Todo ello, en el marco del Pacto Verde Europeo, que será clave durante los próximos años para el futuro del sector.