Un bastón para ayudar a volar a ciegas

A principios de año las reservas de billetes de avión para el primer trimestre -enero, febrero y marzo- estaban un 80% por debajo de los niveles registrados en el mismo periodo de 2020, antes de que el coronavirus estallara en Europa. Estas cifras, que están muy lejos de mejorar porque el mundo está más parado que en verano, son sólo un ejemplo de la fuerte incertidumbre con la que operan las aerolíneas en esta normalidad pandémica. Una falta de visibilidad agravada por las restricciones y medidas que, de la noche a la mañana y sin ningún tipo de coordinación, adoptan los países para tratar de doblegar las curvas de los contagios, que siempre vuelven a subir. La Asociación de Líneas Aéreas de España (ALA) asegura que las aerolíneas volarán con capacidades mínimas hasta abril y que, a partir de ahí, no se sabe qué pasará. El sector en pleno, desde las compañías aéreas hasta los gestores de las infraestructuras -aeropuertos y control aéreo- fían la reactivación a la vacuna, a que toda la gente que viaja esté vacunada, algo que es muy difícil que ocurra hasta 2022, por lo que, si la única medida para contener los contagios es limitar la movilidad, el transporte se enfrenta a otro año bajo mínimos que difícilmente podrá superar sin ayudas directas. “IATA prevé una mejora del 50% en la demanda de 2020, que situaría a la industria al 50,6% de niveles de 2019, un pronóstico que puede verse seriamente amenazado si aumentan las restricciones de viaje en respuesta a las nuevas variantes del virus. Si tal escenario se materializa, la mejora de la demanda podría limitarse a un 13% sobre los niveles de 2020, dejando a la industria en el 38% de 2019”, alerta la patronal de las aerolíneas que critica que “los pasajeros se enfrentan a un desconcertante mosaico de restricciones que cambian con rapidez y descoordinadas a nivel mundial”.

La situación es complicada, pero actuar con provisionalidad asumiendo que la inmunidad de grupo será una realidad este verano es de todo menos útil y más para el sector de la movilidad. Las aerolíneas no pueden hacer frente a otro año en blanco quemando caja porque eso comprometería su capacidad para reactivarse y operar y ser rentables a largo plazo. Aunque es difícil, el objetivo debe ser dar un paso al frente e intentar ir recuperando la actividad despacio, pero de forma sostenida, es decir, sin bruscos giros que obliguen al sector a volar al 10%. En sector bloque urge por un bastón o un perro guía que les permita caminar poco a poco en la oscuridad que supone el Covid y establecer unas normas comunes para viajar puede ser un buen principio. IATA va un paso más allá y a los gobiernos a que cooperen con la industria en el desarrollo de estándares de vacunación, pruebas y autentificación que “brinden la confianza que necesitan para reabrir las fronteras y reanudar los viajes aéreos internacionales” y para ello ha inventado la aplicación Travel Pass. Para unificar el sistema de control y facilitar burocráticamente los viajes. ¿Es la solución? No. Pero sí un paso para poder ver algo hasta que la vacuna sea la solución, si es que lo llega a ser.