La colaboración será clave en el trazado de un futuro más sostenible para las ciudades

Cómo será nuestra vida después del Covid-19? Esta es la pregunta que todos nos planteamos mientras los países de Europa empiezan a flexibilizar las restricciones y comenzamos a ver de nuevo signos de vida en nuestras ciudades.

La magnitud de la pandemia de Covid-19 y los esfuerzos por contenerla conducirán, casi con toda seguridad, a cambios permanentes y profundos en la forma en la que vivimos. Las opiniones hacia el teletrabajo han cambiado drásticamente. De hecho, algunas compañías ya han anunciado que implantarán el 100% del trabajo desde casa en sus modelos de negocio.

El papel de la tecnología será cada vez más predominante, ya que las comunicaciones modernas han demostrado lo que es posible a pesar del distanciamiento social físico. La pandemia también ha dado un nuevo aliento al debate sobre la sostenibilidad, mientras los gobiernos reflexionan sobre los impactos positivos del cambio social en el medioambiente.

Según la Agencia Internacional de la Energía, el impacto de la pandemia ha sido tan significativo que 2.600 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono, es decir el 8% del total estimado para este año, nunca serán emitidas a la atmosfera. Representando el 80% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, muchas ciudades están buscando una recuperación económica a través de la lente de la sostenibilidad.

Ámsterdam ya está diseñando un futuro post Covid-19 basado en el llamado modelo donut, que busca hacer completamente circular la economía de la ciudad para 2050. En Milán, los funcionarios se resisten a volver a las emisiones de tráfico anteriores al Covid-19, anunciando la transformación de 35 kilómetros de calles en toda la ciudad en espacios peatonales y carriles bici con el fin de proteger a los residentes tras el fin de las restricciones.

En el Reino Unido, las autoridades escocesas han anunciado un presupuesto de 10 millones de libras para la creación de carriles bici y peatonales, y varios distritos de Londres han anunciado planes para ampliar aceras, cerrar carreteras y mejorar la circulación a pie y en bicicleta.

Es fundamental que la industria logística desempeñe un papel en el diseño de esta recuperación sostenible, y nunca ha sido mejor momento para poner nuestra experiencia sobre la mesa. La lucha por contener el Covid-19 se ha basado en la libre circulación de productos esenciales como suministros médicos, EPI, mascarillas, tests y respiradores. Estos productos se envían, a menudo, entre continentes y a espacios urbanos, en ocasiones en condiciones de temperatura cuidadosamente controladas, que requieren capacidades que no estaban en la mente de las personas en momentos de normalidad. Además, el confinamiento en los hogares ha dado lugar a un aumento de la demanda de productos a domicilio. La gente tenía buenas expectativas sobre la rapidez y confiabilidad de las entregas antes del confinamiento global, una cuestión que no ha hecho más que fortalecerse durante los últimos meses.

La importancia de la logística ha ocupado un lugar central en nuestras vidas y, por ello, debemos ser capaces de aprovechar esta oportunidad para fomentar una colaboración más fuerte entre quienes diseñan nuestras ciudades del futuro. El desplazamiento de la infraestructura logística fuera de nuestras ciudades es un buen ejemplo. Durante décadas, la "expansión logística" ha sido impulsada por la escasez de suelo y la búsqueda de economías de escala. Los cada vez más grandes almacenes regionales, nacionales y europeos se han alejado de los centros urbanos -a modo de ejemplo, desde 1970 la distancia media entre los almacenes y el centro de la ciudad de París casi se ha triplicado-, lo que podría acelerarse a medida que las ciudades planean un futuro más sostenible.

Sin embargo, esto podría ser contraproducente ya que las grandes distancias conllevan un mayor número de vehículos circulando y mayores emisiones. Además, acercar la logística al centro de las ciudades facilita la electrificación de flotas a las compañías de transporte, ya que la infraestructura es superior y los vehículos pueden cubrir las distancias necesarias. Por último, un ajuste de la infraestructura logística alrededor de las ciudades permite una mayor experimentación y uso de diferentes soluciones para completar la última milla, incluyendo las bicicletas de carga. Esto será esencial a medida que las compras online siguen aumentando.

Acercar la logística a las ciudades requiere un cambio de mentalidad. Habrá que abordar la cuestión del precio del suelo. La infraestructura logística debería tenerse en cuenta previamente en las decisiones de planificación urbana. Como operadores, tendríamos que pensar de manera más innovadora cómo trabajar de forma conjunta.

Este es solo un ejemplo del tipo de reflexión común que puede ayudar a que nuestras ciudades estén preparadas para el futuro. No obstante, esto requiere una colaboración más estrecha entre la industria, los responsables políticos, las autoridades de la planificación urbana, los expertos inmobiliarios e incluso los profesionales de la arquitectura.

En el corazón del debate surge una pregunta con la que todos estamos lidiando: ¿Cómo podemos mantener el equilibrio entre la salud y la riqueza de nuestras ciudades?

Las ciudades son el motor del crecimiento económico y, a medida que el mundo se reconstruye tras la pandemia del Covid-19, necesitamos que prosperen de nuevo. Pero cómo hacerlo de manera sostenible es un gran desafío. La logística es la arteria del mercado y si hay algo que hemos aprendido durante los últimos meses es que tenemos un papel importante que desempeñar.