Los rebrotes y los cierres perimetrales por el Covid-19 ponen en jaque al transporte

El fin del estado de alarma decretado por el Gobierno entre el 15 de marzo y el 21 de junio parecía que se volvía a una nueva normalidad, y que la crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19 estaba ya, más o menos, controlada. Pero la realidad ha sido otra, y es que, desde finales del verano, y con especial virulencia en los meses de septiembre y octubre, los rebrotes del coronavirus han sido tan intensos que esta segunda oleada parece ser, incluso, más fuerte que la primera. Ante ello las diferentes administraciones están llevando a cabo actuaciones que van desde el confinamiento perimetral de poblaciones específicas y de barrios concretos de las ciudades, al cierre de las entradas y salidas de los territorios regionales. Y esta situación no está haciendo otra cosa que poner en jaque al transporte en general, con especial incidencia en el que se considera interurbano, dado que, en el interior de las localidades, el transporte urbano, léase metropolitano y autobuses, sigue estable por encima del 60%.

No es hablar por hablar. El transporte aéreo lo está pasando francamente mal. Los dos principales aeropuertos españoles, Adolfo Suárez Madrid Barajas y Barcelona el Prat, han reducido sus operaciones desde septiembre por debajo del 70% y 72%, respectivamente, y según Eurocontrol España es el tercer país de Europa que más caída registra de vuelos y pasajeros. Por ejemplo, el aeropuerto catalán ha perdido un 40% de los vuelos nacionales y un 70% de los internacionales (72% en el caso de los transoceánicos). Y a todo ello, desde el ente gestor, Aena, no se escucha la petición de las aerolíneas de alcanzar un acuerdo en la rebaja de las tasas aeroportuarias.

Y eso ocurre en el aire, ¡qué decir en la tierra¡

El panorama de los ferrocarriles es, también, demoledor. El impacto del Covid-19 sobre Renfe, con las nuevas restricciones de movilidad, ha provocado que el operador haya perdido cerca del 75% de su tráfico en las últimas semanas, con especial importancia en el largo recorrido y, sobre todo, en la alta velocidad, que supera esa cifra a la baja. Y lo que es peor, no se vislumbra una solución a medio plazo, sino que se teme que todo continúe igual en el 2021, y no se produzca una recuperación de tráficos hasta finales de ese año o principios del 2022. Y más terrestre. El transporte público de pasajeros por carretera ha vuelto, como dicen desde sus asociaciones “a la casilla de salida”, y los volúmenes de demanda están muy por debajo del 85%. En el caso del largo recorrido no llega ni a un 15% de tráfico. Y las pérdidas que se van acumulando, mes a mes, superan ya los 3.500 millones de euros. Y del de mercancías...

En el mar, las mercancías siguen su curso, y desde Puertos del Estado se dan “con un canto en los dientes” viendo que sólo se pierde algo más de un 10% de movimientos de toneladas.