Jesús herrero, Secretario general de la Asociación de Transportes Públicos Urbanos y Metropolitanos (ATUC): “Debemos aprovechar esta nueva situación como oportunidad para impulsar la movilidad sostenible”

Con la pandemia causada por el Covid-19 la movilidad urbana está actuando de forma muy cambiante para adaptarse en cada momento a la nueva situación, y naturalmente “ha afectado a nuestra forma de desplazarnos”, según apunta el secretario general de ATUC, Jesús Herrero

En esos cambios en los desplazamientos hay un cierto miedo al contagio, algo que para Herrero es “erróneo”. A su juicio, desde hace meses se está transmitiendo en algunos foros un mensaje erróneo sobre la existencia de un elevado riesgo de contagio en el metro o el autobús, una falsa percepción que está impidiendo que la recuperación del pasaje del transporte público se produzca a la misma velocidad que la del resto de actividades. Se trata de “un mensaje que es rotundamente falso”, ya que multitud de estudios internacionales han certificado que el riesgo a contagiarse en el transporte público es irrelevante, teniendo en cuenta las medidas de seguridad impuestas, entre las que destaca el uso obligatorio de la mascarilla, sumadas a los estrictos protocolos de limpieza y desinfección que aplican los operadores y la eficacia de los sistemas de ventilación de vehículos y estaciones.

Sin embargo, y pese a este cierto temor de los usuarios, el transporte urbano se está recuperando.

Durante los meses del estado de alarma, el uso del transporte público bajó más de un 90%, algo lógico en aquella situación. Ahora se va recuperando, y estamos en cifras que oscilan entre el 60 y el 70% de lo habitual, demostrando que el transporte público sigue siendo la espina dorsal de la movilidad urbana y metropolitana.

¿Mejor que el transporte público interurbano?

El uso del transporte público va estrechamente ligado a la actividad de la sociedad. Mientras que la movilidad urbana y metropolitana está relacionada con el día a día, tanto laboral y lectivo como de ocio, la interurbana o de media y larga distancia se asocia más a viajes puntuales, bien sea por reuniones de trabajo o por turismo. Las primeras se están resolviendo por ahora de forma mayoritaria mediante videoconferencias, y parece que va a ser así durante mucho tiempo, y la actividad turística tiene difícil por ahora volver a los niveles prepandemia, más con las restricciones de movilidad que aún hoy se siguen aplicando. En este contexto, es comprensible esa diferencia en la velocidad de recuperación, pero es importante recalcar que todo el transporte público es igual de seguro, independientemente de su ámbito.

¿Cómo se puede garantizar la movilidad de las personas en un momento como el actual?

Como se ha hecho siempre y se debe seguir haciendo: mediante los modos que representan la verdadera movilidad sostenible, vertebrada por los medios colectivos -autobús, metro, tren y tranvía- y complementada por otros modos de movilidad personal, como la bicicleta o los coches compartidos. Solo así se puede evitar el colapso del espacio público, el cual está dedicado en un 90% al tráfico motorizado. Solo así se puede impedir que la contaminación, que provoca según la OMS más de 30.000 muertes prematuras al año en España, suba a niveles aún más altos. Tenemos un gran desafío por delante, el de impedir que años de trabajo a favor de la movilidad sostenible se vengan abajo por un mensaje mal dado. Ahora más que nunca, debemos apostar por la calidad de vida en nuestras ciudades y para ello no hay otro camino que el transporte público.

¿El confinamiento puede beneficiar al transporte urbano o acrecentar el uso de vehículos privados?

La movilidad urbana está directamente relacionada con la de su área metropolitana y hay que entenderla en su conjunto. El transporte público debe conformar redes multimodales e integradas que vayan más allá del núcleo urbano principal. En estas redes cada modo, autobuses, modos ferroviarios, etc., cumple una función y deben complementarse, en ningún caso competir entre ellos. Debemos aprovechar esta nueva situación como una oportunidad para impulsar la verdadera movilidad sostenible. Ahora más que nunca hay que apostar por unas ciudades en las que se dé más espacio al peatón y en las que se pueda respirar un aire más limpio.

¿Cuáles son las previsiones para estos últimos meses del año?

Como comenté antes, en estos momentos el transporte público ha recuperado en torno al 60%-70% de su demanda habitual. Confiábamos que tras el verano se iría incrementando esta demanda e incluso teníamos previsto en el último trimestre, con los colegios y las universidades ya en marcha, que la recuperación fuera completa. Pero no podemos obviar que estamos viviendo una etapa de gran incertidumbre, cada día se aplican nuevas restricciones a la movilidad cerrándose perimetralmente ciudades y regiones o se decretan cierres de determinadas actividades. En este panorama, es difícil plantear una previsión. Lo que sí esperamos es que no se vuelva a producir una bajada de viajeros motivada por la desconfianza.

¿Y con el recientemente decretado nuevo estado de alarma?

Pues lógicamente, con la declaración del estado de alarma la movilidad va a verse notablemente reducida en los periodos en los que se limitan los desplazamientos, lo que hará que en muchas ciudades los servicios de transporte público se ajusten a esta nueva situación. En cualquier caso, la movilidad en cualquier franja horaria estará siempre garantizada, como no podía ser de otra manera.

Cada Comunidad, cada ciudad ha ido adoptando sus propias normas, ¿ha habido un comportamiento general?

En realidad, todas las ciudades, si bien cada una con sus peculiaridades, se han ido comportando de forma muy similar, con esa recuperación progresiva de la demanda en su transporte público. Quizás se pueda destacar que en las más pequeñas se ha experimentado un aumento de la movilidad peatonal mientras que en las grandes el coche ha adquirido mayor peso. Pero, en definitiva, la recuperación del transporte público es en general muy parecido en toda España.

En el caso de Madrid y Barcelona parece que lo que más ha aumentado es el vehículo particular.

No niego que una parte de la población que ha cambiado sus hábitos de movilidad lo haya podido hacer por miedo al contagio en el transporte público, por eso es importante insistir en que, con las actuales medidas, con el uso obligatorio de la mascarilla, el transporte público es un entorno absolutamente seguro. Y no lo digo yo, es que así lo avalan multitud de estudios científicos internacionales, que coinciden en que el riesgo se sitúa por debajo del 1%. Y no olvidemos que la contaminación es una pandemia tan grave como la del Covid, solo estaremos trasladando el riesgo sanitario de una pandemia a otra. Y para la pandemia de la contaminación tenemos una vacuna: la verdadera movilidad sostenible liderada por un transporte público eficaz, universalmente accesible y totalmente seguro.

¿Qué hemos aprendido con la pandemia?

En lo que respecta a la movilidad urbana y metropolitana, nos hemos dado cuenta de que no podemos dar por consolidados todos los avances realizados a lo largo de décadas. Esta pandemia ha supuesto un duro golpe para el bienestar en nuestras ciudades, devolviendo al coche un protagonismo que nunca debió haber recuperado. Hay que trabajar sin descanso a favor de una movilidad que garantice una accesibilidad universal y que favorezca la construcción de espacios más amables

¿Cuál puede ser el futuro tras el Covid-19?

Eso es un misterio. No sabemos cuánto tiempo lo vamos a tener entre nosotros. Los cambios serán más ligeros cuanto menos tiempo esté entre nosotros. Estamos aprendiendo a vivir con él, lo cual nos permite poner nuestra atención en protegernos más en aquellas situaciones en las que si bajamos la guardia aumentan los contagios. Afortunadamente si seguimos cumpliendo a rajatabla los protocolos, el transporte colectivo continuara sin encontrarse entre estas actividades más proclives al contagio.