La técnica de la ventilación emocional para desahogarnos de un día de estrés

Desconectar después de un intenso día de trabajo y no llevar los problemas laborales a casa requiere de entrenamiento y el conocimiento de diversas técnicas. Una de ellas es la llamada ‘ventilación emocional’.

Claudia, si sigo así mi mujer se divorcia... Es que llego a casa y no me aguanto ni yo, me enfado por nada y no consigo que se me pase, duermo mal, no descanso...”

“Luis, ya es hora de que aprendas a no pagar lo que nos pasa en el trabajo con tu familia. Además, si aprendes a gestionarlo te vas a sentir mejor contigo y con los demás. Ponte manos a la obra y ya, sin excusas, que puedes. Te cuento lo que yo hago, y sirve mucho:lLo mío es la ventilación emocional”.

“De acuerdo, Claudia, tienes razón. A ver qué ventana hay que ir abriendo”. “Luis, igual que ventilas la casa cada mañana, para renovar el aire, intenta llegar también a casa con aires renovados. Si no lo haces, es como si llegaras a casa con un aire tóxico, ¿regalarías a tu familia una nube radiactiva? Seguro que no, pero ya lo haces cada día. Necesitas aprender a proteger a las personas más queridas de esa información que no es importante, ni relevante para vuestras vidas, porque... ¿es tan vital para tu familia esa bronca que hoy tuviste? ¿Ese criticar que siempre nos sale cuando las cosas no son como esperabas? Luis, madura, la vida no es como uno quiere, es como es y aceptarla es parte de ello.

Yo contaba los problemas muchas veces y eso me hacía infeliz. Ahora soy feliz y no porque no tenga problemas, más bien trato de no transportarlos. Solo vivirlos en el momento, escuchar a mis emociones y ventilar, abrir mi propia ventana de pensamientos y dejar que salgan. A veces antes de ir a casa, paseo un rato con mi ventana abierta, sin caer en el bucle de pensamientos negativos. ¿Cómo? Me pregunto a mí misma: “Claudia, ¿qué te preocupa? ¿Qué sientes? ¿Qué has hecho? ¿Qué te gustaría haber hecho? ¿Cómo podrías avanzar en la solución?”

Preguntarse es como hablar con alguien que te escucha desde dentro, y eres tú mismo quien te dará respuestas y harás lo posible para avanzar. Esto da alegría. Ventilar nuestras emociones ayuda de veras: observar miedos por lo que no controlamos, enfados por lo que parece injusto, tristezas por lo perdido... Yo me descubro. Me pillo en trampas que yo misma soy quien las piensa, nadie más. Reconozco que además pregunto más a los demás por eso que me inquieta y me ayuda su visión. Crezco. Y tú, Luis ¿qué necesitas hacer?”

“Dejar de tener mi propio ambiente tan cargado y ventilar bien. Sin excusas, sin quejas, sin compadecerme. Me llevará más de un paseo, pero quiero hacerlo. Claudia, de verdad, gracias por tu consejo. Te debo una”.