Adaptarse a los cambios

El contexto actual obliga a los trabajadores a adaptarse rápidamente a cambios cada vez más frecuentes. Tener las herramientas adecuadas es necesario para poder asumir el cambio sin perderse en el proceso.

María, te noté preocupada. No he dejado de pensar en esa fusión de tu empresa, que os tiene tan estresados. Hoy creo que he conseguido leer algo que te vendrá muy bien para entender más. Así encajarás mejor cómo situar a las personas del equipo. Son cuatro ideas, pero seguro que te ayudan a empatizar con sus ritmos y emociones que tanto influyen en vuestro día a día... Gracias por contarme. Ánimo y adelante”.

Empresarios: Hoy en día nos exigen cambios rápidos. En los equipos, las personas a veces no están preparadas para que todo sea súbito. Si eres un jefe de equipo necesitan un líder que sepa ver dónde está cada persona y qué se le puede pedir en cada momento. Para eso te muestro las cuatro etapas por las que suele pasar una persona para afrontar un cambio:

De la negación a la integración

La persona piensa que ese cambio nada tiene que ver con ella, con su modus operandi de años y no da paso abierto a cualquier modificación o novedad.

Resistencia: la persona sabe que ese cambio ha acontecido y que será necesario que forme parte de él, sin embargo, algo le impide hacerlo con fluidez y se resiste al cambio. Puede presentar emociones como el enfado -por parecerle una novedad injusta o innecesaria- o bien tristeza por perder algo que ya tenía aprendido y realizaba de forma automática.

La persona cede a esa propia resistencia y comienza a realizar un primer paso a favor de ese cambio. Da ese primer paso. Puede sentir emociones como el miedo -ya que es una situación desconocida y de la que no conoce las consecuencias-, enfado -por no tener control de la nueva situación- o también tristeza, por dejar atrás una tarea con la que tenía más control cuando la realizaba. Puede tener sentimientos de incompetencia o ineficacia y es preciso apoyarle con personas, recursos y tiempo.

Integración, la fase final

La persona ya ha ido creando nuevos pasos sucesivos y se aproxima a la meta que deseaba conseguir, por tanto, integra el cambio, lo consolida y va creando hábito a repetir con la secuencialidad pertinente. La emoción que suele abundar aquí es la alegría por la oportunidad de conseguir un logro, que es importante premiar con palabras y gestos positivos hacia esa persona.

¿Y ahora, qué?

Bien, ahora, líder, piensa en cada miembro de tu equipo y a modo de guía puedes preguntarte: ¿En qué fase creo que se encuentra esta persona?

¿Qué emoción está sintiendo en esta fase? ¿Cómo puede mejorar su gestión emocional? ¿Qué puede necesitar de mí en este instante? Como líder, ¿Estoy preparado/a para brindarle apoyo y motivarle a que utilice sus propios recursos?