La fórmula para evitar sabotearnos a nosotros mismos

Hay momentos en los que la frustración se apodera de nosotros y no paramos de rumiar pensamientos negativos. Hay una técnica perfecta para dejar de sabotearnos y volver a confiar en nuestro potencial.

Pues qué quieres que te diga, hay cosas que te molestan y no dejas de darle vueltas y se hacen aún a veces ingobernables. Yo es que para eso soy así y punto. Creo que eso no se puede cambiar”

“Jorge, ¿Tan seguro estás?”

“Segurísimo. Mi familia es así también de darle a todo la vuelta y al final sacas tu peor versión... pero es inevitable”

“Qué curioso esto que me comentas Jorge. Mi madre era todo lo contrario. Cuando me oía hablar de forma negativa me decía... A ver, esfuérzate y mira lo que pasa desde otro punto de vista un poquito más esperanzador... vamos a cambiarle el color, como si fuéramos un pintor ante un lienzo, y quieres ver algo bonito más días... ¿qué frase quieres ahora pintar?... y al final fui aprendiendo a hacer una nueva mirada de lo que me pasaba, utilizar colores menos oscuros, añadir algún rayito de luz a la oscuridad: Era una nueva forma de ver las cosas”.

“Suena bien, Eduardo, ¿y se puede saber cómo puedo ver de otra forma que un cliente cuando está a punto de comprar va y da la callada por respuesta y no hay quien lo localice? Actitudes así no tienen perdón, ni justificación, yo no logro decirme nada positivo, cada vez que pasa me logra amargar el día”.

“Yo suelo reencuadrarlo al instante diciendo:

“Aún no era su momento” y esta frase me da margen. Respiro.

Más adelante me permito ponerme en otro lugar donde reine la aceptación, porque ¿Enfadarme cambiará esa situación? No, por eso, calma... enfadarse contra alguien no aporta.

Ese enfado se puede volver contra uno mismo y ahí me pregunto: Oye, Eduardo: esto que te dices, ¿en qué te ayuda? Siento que lastimarnos lejos de ayudarte te hace estar en un lugar emocionalmente incómodo... y de veras con lo mucho que un comercial trabaja a diario, no es de recibo.

Después pienso en los muchos clientes que aún están ahí, por conocer, y lo importante que es no perder el tiempo en enfados improductivos. Acepto esa tristeza de no haberlo conseguido (Claro, es una pérdida, sí), ... e incluso fíjate, tras ese instante para aprender qué sí puedo hacer, me salen ya de nuevo los reencuadres y digo: “hombre, mejor que sea ahora y ya no haya inconvenientes, a que compre y todo sean pegas o impagos... nunca se sabe”.

“Sí, claro, si lo piensas así, imagino que no te afectará tanto... se puede decir que es más inteligente, sufres menos emocionalmente. Eduardo, lecciones como éstas que te enseñó tu madre, créeme, son la mejor de las herencias porque te aportan ser más feliz, y eso, no tiene precio”.