Meik Wiking o cómo convertir tu hogar en un templo Hygge

Convierta su vivienda en un verdadero hogar con las recomendaciones de este libro, en el que Meik Wiking recopila las enseñanzas del Hygge, la filosofía danesa que juega con la decoración, la iluminación y las texturas para no querer salir ya más de casa durante el invierno.

Las tardes se esconden deprisa. Las calles se tiñen de gris. El cielo se puebla de nubes y los árboles se desnudan. Es invierno. El momento perfecto para entregarnos al Hygge, uno de los valores más destacados de la filosofía danesa que nos reconcilian con nuestro hogar. Que no es que no nos guste acurrucarnos en el sofá mientras contemplamos la lluvia caer. Pero si convertimos nuestra casa en un refugio aún más acogedor, igual ya no echamos tanto de menos la vida loca del verano.

Paz, seguridad, protección, equilibrio... Esa sensación de hogar, ese arte de crear una atmósfera personal, donde bailar con la armonía y la confianza de sabernos a salvo es lo que nuestros vecinos nórdicos -que bien saben del frío de fuera- llevan siglos practicando. Aparte de sus atractivos diseños, son expertos en soñar y hacer que suceda. En eso consiste el hogar hygge: imaginar la felicidad.

Pero..., ¿podemos realmente diseñar la felicidad? ¿Es posible lograrlo a través de la arquitectura, de la iluminación, la decoración y el mobiliario? Pensarán algunos que sí, a base de gastar un dineral en cachivaches. No se trata de objetos, sino de texturas. De aromas y sonidos, de silencios y susurros. Se trata de un libro o de una planta, de una vela encendida. De una vieja máquina de escribir sobre un escritorio que huele a madera recién talada y a volutas de chimenea.

Tampoco es definitivo el espacio. “No importa cuánto espacio tengas en casa: todo se puede adaptar a la escala humana. Ofréceles a tus sentidos cosas que disfrutar y reflexiona sobre cómo diseñas tu entorno para que secunde la manera en que quieres vivir en él”. Esto lo dice el geógrafo inglés Jay Appleton. Subirnos a una colina y sentarnos al pie de un árbol nos otorga tanta perspectiva visual como cobijo. Abrigarse bajo el techo natural de una cueva aporta similares beneficios: nadie podría atacarnos por la espalda. Seguridad y horizonte.

Y luz. La iluminación natural es esencial a la hora de crear entornos felices. Absorber los rayos del amanecer, templar la mente con los tonos naranjas del atardecer. Diseñar el ambiente en torno a la trayectoria del sol no es tan difícil, sí mágico. Toda luz revitaliza y ampliar su poder es posible gracias a las tonalidades: paredes lechosas, muebles claros, espacios diáfanos, espejos y transparencias ayudan a reflectar la potencia lumínica.

De todos estos detalles trata Meik Wiking en su libro Cómo hacer de tu hogar un espacio feliz. Y no es un dislate de un visionario ni un iluminado. El escritor danés es director ejecutivo del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, investigador asociado por Dinamarca en la Base de Datos Mundial de la Felicidad y miembro fundador de la Red Latinoamericana de Políticas de Bienestar y Calidad de Vida. Una trayectoria profesional dedicada a la investigación avala su apuesta por hallar el placer en las pequeñas cosas. En definitiva, el hygge es lo que convierte tu vivienda en un hogar.