En seguros ¿valor o precio?

En negocios hablamos del “valor” de un bien o servicio solo si existe una percepción de beneficios recibidos por el comprador que exceden su percepción de coste. Significa que consideramos recibir más de lo pagado.

El “precio”, que no es otra cosa que el esfuerzo económico que tenemos que hacer para lograr disfrutar una cosa en propiedad, en alquiler o un servicio por un cierto tiempo. Es sinónimo de coste y podemos gastarlo en algo totalmente desprovisto de valor real para nuestros fines.

Un precio alto no implica necesariamente valor, puesto que podemos estar ante un abusón que nos tome el pelo haciendo su particular agosto, pero -desde luego- de un precio anoréxico no podemos esperar nada bueno.

Pero de precios va mucho de lo que se le dice al consumidor de seguros. Basta analizar el bombardeo incesante de anuncios que se nos ofrecen en internet, radios, prensa y televisión para captar clientes cuando carecen de otro sistema de distribución de seguros. Un ejemplo típico lo hallamos en Línea Directa, quien basa su mensaje en ofrecer un precio muy bueno gracias a prescindir de agentes y corredores. ¿Es así? Comparando datos de los balances públicos podemos llevarnos una sorpresa: Línea Directa gasta en publicidad el 20,03% de lo que recauda, casi un 1% más que Allianz (19,05%) en publicidad y comisiones de mediadores.

Dicho esto, y si pensamos que un coche tendrá un accidente independientemente de la marca de seguro que lleve en la guantera ¿cómo hacen para vender el seguro más barato? Ahí afloran los trucos de magia que tan solo se ven en el momento del siniestro. No los hallarás explicados en ningún comparador, ni en ninguna aplicación móvil ni lo explicará un famoso insistente.

Una de las fórmulas más recurridas es la de procurar, por todos los medios, que solo vayas a sus talleres concertados: lógico, pues son esos talleres quienes pagan la fiesta reduciendo su precio de mano de obra hasta el límite. Si pretendes ir a un taller libre o a un concesionario, te saldrán con pegas disfrazadas de “mal rollo con el taller” y puede que tengas que pagar tú la reparación para luego pelearte por una indemnización acorde a la factura pues te dirán que el taller “se pasa de listo” cuando es al revés. Los precios del taller son libres y oficiales.

Otra es la de los recambios. Si quieres recambios oficiales y no “pirata” es mejor que desistas de asegurarte en una low cost. Una de ellas afirma en su publicidad que garantiza originales “si reparas en talleres concertados”; es decir ¿no lo hace en talleres libres o concesionarios?

Pero, tal vez la más crítica de las técnicas de ahorro de costes sea jugar con el criterio de valoración.

Normalmente, todos los seguros a todo riesgo te garantizan -si compras esta modalidad- un vehículo totalmente nuevo si el coche queda para tirar durante los dos primeros años. Pero ¿qué pasa a partir de esos dos años? Un seguro de buena calidad te indemnizará a valor de mercado, esto es, al valor que te permite adquirir otro vehículo similar al que tenías sin añadir un céntimo. Un asegurador, Caser, acertadamente, lo ha llamado “Coche por coche”.

Pero, si queremos reducir el precio del seguro, tendremos que dar también menos. Y ahí surge el valor venal (también el llamado “mejorado”). Supongamos que, antes del accidente, voy a un compraventa y le vendo mi coche. Para venderlo él (a valor de mercado) tiene que hacerle un repaso de chapa y pintura, de mecánica, dar garantía legal, pagar costes financieros desde la compra hasta la venta, repercutir gastos de establecimiento, comisiones del vendedor, traspasos y obtener un beneficio. Estás ante el valor venal del coche. Normalmente es cerca de un 40% menor que el precio de mercado y aplica en cualquier tipo de siniestro que sufra nuestro coche, sea de culpa o no, incluso cuando nos indemnice el Consorcio de Compensación de Seguros tras una inundación.

Y eso implica dos cosas. La primera es que un coche de cuatro años asegurado a valor de mercado por 10.000 euros va a estar asegurado por 6.000 euros a valor venal. Puede que a 6.900 euros a valor venal mejorado. Eso implica que nunca podremos reponer nuestro coche por otro igual con una póliza a valor venal sin rascarnos el bolsillo o hacer un préstamo. ¿A cambio de cuantos euros anuales hemos cometido ese error? A veces es el equivalente a unos cuantos cafés.

La segunda es potencialmente peor: las aseguradoras aplican criterios de reparabilidad del automóvil y esto suele implicar que a partir de un cierto porcentaje sobre el valor asegurado que oscila entre el 80% y el 100% el vehículo ya no será reparado, sino que se considera a desguazar. Así, tenemos que con valor de mercado y un 80% de límite de reparabilidad, no será reparado si el taller nos pide más de 8.000 euro mientras que en un contrato low cost bastarán 4.800 euros para ir al desguace de cabeza.

Es absolutamente respetable tomar la decisión de ahorrar unos cuantos euros comprando un seguro barato, solo que hay que conocer qué se sacrifica y poder asumir con recursos propios lo que no cubrirá la póliza. Si el ciudadano anda sin liquidez y sin posibilidad de acudir al crédito hará muy bien en hacer lo contrario de lo que le dice su lógica y contratar el seguro que le protegerá mejor pues es aquel que resolverá el problema, de verdad. Esto no se explica, salvo si acudes a un profesional con ética.

Por ello debemos evitar caer en manos de la publicidad que busca respuestas compulsivas. Contratar seguros exige reflexión, inteligencia y visión. Los errores se pagan, nunca mejor dicho.