El error de humanizar a un animal de compañía

Profesar cariño por un perro o un gato con el que se convive es sano y natural; el error es darles un trato tan humanizado que no respete su naturaleza animal, lo que puede afectar tanto a su carácter como a su estado de salud.

Algunos dueños de mascotas quieren ir tan allá en el amor que profesan por su animal de compañía que precisamente se olvidan de ellas y sus verdaderas necesidades, humanizándolas. Es decir, dándoles el mismo trato que se le daría a una persona, más en concreto a un niño pequeño: les visten todos los días, les hacen peinados, les transportan en un carrito o un bolso, les privan de jugar con otros animales, les sobreprotegen, les limitan el ejercicio, les sirven su propia comida en lugar de la específica para perros o gatos...

Sobra decir que este tipo de trato supone un grave error, pues aparte de establecer una relación poco sana y antinatural entre el humano y el animal, expone a este a problemas tanto físicos -sedentarismo, inadecuada alimentación- como psicológicos: confusión, estrés, irritabilidad, dificultad para interactuar con otros animales e incluso con humanos...

Es totalmente normal sentir y mostrar cariño por un animal, y es ético cuidar de su salud y alimentación, y procurarle todo lo que esté en tu mano para que tenga una vida digna y agradable. Pero sobrepasar esos límites no puede traer nada bueno, pues es tan perjudicial la falta de cuidado como la sobreprotección, y más si lleva a la humanización.

No podemos pretender que un perro o un gato sea como nosotros. Sus hábitos, su alimentación, sus costumbres, su manera de relacionarse con el mundo es diferente. Hay que respetar sus códigos y su naturaleza, y adaptarte a ello. Y, por otro lado, por mucho aprecio que tengas por tu mascota hay que ser capaz de poner unos límites cuando toque mientras se permite (en la mayoría de lo posible) su libertad de acción.

Los perros y gatos deben correr, curiosear, relacionarse con el mundo a su manera, tener su espacio, comer su propia comida y hacer sus necesidades en el campo o en un cajón de arena y no en un váter. Comprender esto es aprender a convivir con ellos y a generar una relación positiva para ambas partes que no invada las diferencias ni trate de acotar el espacio entre el humano y el animal.

Si ve que puede estar cayendo en ese trato hacia su mascota y quiere cambiar esta situación, seguramente esté a tiempo. Cambie las pautas y rutinas humanizadoras que haya establecido hasta el momento respecto a su perro o gato y, si lo considera pertinente (nunca está de más) consulte con un adiestrador o un etólogo cuál es la mejor manera de realizar una transición lo menos conflictiva posible en su relación con el animal.