Las dietas de exclusión alimentaria no son tan buena idea

No se ha demostrado que dejar de consumir alimentos sin causa médica aporte beneficios adicionales a la salud. Ni siquiera respecto a un mayor rendimiento deportivo.

Aunque no soy celíaco, no tomo alimentos con gluten”. “No tengo ningún problema ni intolerancias con respecto a la leche. No obstante, prefiero beberla sin lactosa o consumir preparados vegetales (soja, arroz, almendras, etc.)”. En los últimos años, cada vez son más las personas que deciden excluir de su dieta habitual determinados alimentos que consideran malos para su salud. El gluten y la lactosa encabezan la lista de sustancias proscritas. Y ello sin que exista intolerancia alimentaria ni supervisión profesional de ningún tipo. Se trata de elecciones personales que, además, muchos hacen extensibles a sus familiares.

Una práctica habitual con consecuencias

Fundación Mapfre y la Academia Española de Nutrición y Dietética alertan al respecto. Tales prácticas y sus consecuencias han sido recogidas en el primer informe sobre exclusión de alimentos publicado por Fundación Mapfre y la Academia Española de Nutrición y Dietética. El estudio detecta la proporción de población española que excluye, total o parcialmente, un alimento, nutriente o ingrediente, o sigue una dieta de eliminación. Asimismo, trata de identificar el motivo de las exclusiones, si el cambio en el patrón dietético está justificado desde el punto de vista científico y, en caso contrario, si entraña riesgos para la salud.

Principales hallazgos

En las conclusiones del estudio se constata un alto auto diagnóstico de sensibilidad al gluten, enfermedad infecciosa intestinal, intolerancia alimentaria, mala absorción, fatiga crónica y enfermedad inflamatoria intestinal. También una elevada auto prescripción de dietas de exclusión.

Realizar dieta vegetariana, vegana o flexitariana suele ser fruto de la reflexión personal. A pesar de que existe la recomendación de reducción de carnes rojas, no se ha encontrado ningún informe científico en el que se identifique una población para la que existiría un beneficio por seguir una dieta libre de carne.

El seguimiento de dietas de exclusión de forma no plenamente justificada podría suponer un riesgo para el mantenimiento de la salud y deficiencias de vitaminas, minerales, hierro o folatos.

La falta de acceso público al dietista-nutricionista profesional representa un problema de salud pública.

Conclusiones del estudio

Es posible que un porcentaje nada desdeñable de población se esté exponiendo a un cambio dietético con una mala relación riesgo-beneficio. Sin embargo, el beneficio percibido tras la exclusión alcanza el 74% de los casos.