El sector asegurador es el más confiable ante una posible recesión económica

A estas alturas, realizar cualquier pronóstico sobre el devenir de la economía española y mundial sería una auténtica osadía. Cierto es que los datos que, día a día, salen a la luz auguran una más que posible recesión, siquiera de manera técnica, a pesar de las últimas cifras de este pasado mes de octubre que reflejan un ligero descenso del IPC en España hasta situarse en un 7,3%. Cifra aún demasiado elevada, pero menor con respecto a los datos de septiembre. Por su parte, la inflación subyacente se mantiene en un 6,2%. Las razones de esta inflación tan elevada desde hace ya algunos meses son de sobra conocidas: la situación geopolítica actual agravada por la guerra de Ucrania, la crisis del petróleo y la electricidad y, esencialmente, por las consecuencias derivadas de los desajustes entre oferta y demanda, arrastradas desde la crisis del Covid 19. Podríamos afirmar que estas son las razones que han llevado al balance negativo del primer semestre de 2022 y que presagian una situación similar para el segundo semestre.

Desde el inicio del año, la inflación no ha dejado de crecer y, a día de hoy, la media anual nacional se sitúa en el 9%. Para colmo, el euro ya ha sufrido la devaluación esperada, en este caso del 12% frente al dólar en lo que llevamos de año. Por tanto, ¿cuál es el futuro de la economía a corto plazo? ¿Habrá recesión en los países del Viejo Continente como ya ocurre en Estados Unidos? El país norteamericano no ha oficializado la situación, aunque lo cierto es que ya acumula dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo y sus datos inflacionistas no paran de aumentar. El último informe correspondiente al mes de septiembre sitúa en un 8,2% la inflación estadounidense, un descenso con respecto al mes de agosto, pero aún insuficientes después de todos los esfuerzos de la FED por evitar males mayores subiendo los tipos de interés hasta el 2,25%. Ejemplo seguido por el Banco Central Europeo que subió los mismos en 75 puntos básicos el pasado 27 de octubre y ya se sitúa en el 2%.

El continuo aumento de los tipos de interés en las dos grandes potencias económicas mundiales, Europa y Estados Unidos, parece que aún no ha tocado techo y se siguen esperando subidas que, en el caso de EEUU, podría significar otro punto porcentual más. Es por este motivo que crece la incertidumbre entre los inversores. Así, uno de los principales sectores afectados por las altas tasas de inflación y, por tanto, de los precios en su conjunto, es el asegurador. Todo esto no supone otra cosa sino una bajada considerable del poder adquisitivo per cápita, lo que, traducido a las entidades aseguradoras, implica un descenso importante del porcentaje destinado al ahorro y demás productos financieros. Desde el inicio de la pandemia de la Covid-19 los españoles ahorramos más de un 13%, sin embargo, desde el pasado mes de enero y durante el primer semestre de 2022 las inversiones en el sector cayeron un 5,4%. Unos datos que contrastan de manera drástica con el 5% de crecimiento total del año 2021 y después de la fuerte caída del 10% durante el 2020 debido a la crisis sanitaria. Si somos algo más positivos, debemos tener en cuenta que la previsión de crecimiento a largo plazo es de un 3% anual de cara a la próxima década.

De todas formas, el sector asegurador puede presumir de buena salud. Los activos más demandados son los planes de pensión privados: el 16% de la población española tiene uno, a pesar de la reducción de la aportación máxima este 2022, que ha pasado de los 8.000 a los 2.000 euros. La diferencia en ellos reside, como en otros tantos activos, en si son productos mixtos y variables o por el contrario de renta fija. La delicada situación de los mercados financieros vuelve a imponer una gran incertidumbre que no deja márgenes a grandes rentabilidades. Por eso destaca el aumento en 1,71% de los Planes de Previsión Asegurado y del 8,71% en los Planes Individuales de Ahorros Sistemático, según el último informe de Unespa con respecto al primer semestre del año, ya que se trata de productos financieros de tipo fijo.

No obstante, es cierto que en los últimos meses los servicios de renta fija ofrecidos por las entidades aseguradoras han constituido una apuesta segura en términos de inversión y de reorganizar carteras. Es más, en estos tiempos de alta inflación los depósitos a plazos comienzan a asomar la cabeza como una de las inversiones más fiables a la hora de asegurar el valor del dinero, mientras, por su parte, las rentas variables siguen la senda de la incertidumbre dentro de un contexto que no parece coyuntural a medio plazo y en el que el VIX no consigue estabilizarse. Con la depreciación que la moneda europea ya está sufriendo. Es demasiado evidente que mantener una excesiva liquidez, de manera especial en perfiles de ahorro a largo plazo, vinculados esencialmente con renta fija, es un gran error y la única alternativa para ello es la inversión. Lo más importante en estos momentos de crisis económica es encontrar los mecanismos correctos que mantengan en continuo movimiento nuestro dinero y, sin duda, el sector asegurador es la clave.

De hecho, serán los productos financieros de ahorro los más beneficiados después de la última subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo y de las previsiones de recesión a corto plazo. Es más, el BCE ha afirmado que esperan otras dos subidas más con altas probabilidades de que los tipos de interés acaben el año en un 2% e, incluso, un 2,5%. El objetivo final: enfriar la economía en términos crediticios como pueden ser las hipotecas, créditos personales, etc., para incentivar por el contrario los servicios de ahorro. Si ahorramos no consumimos y, en consecuencia, la demanda se vuelve a equilibrar produciendo una bajada inmediata de los precios. Así, uno de los ejemplos más esclarecedores en los últimos meses ha sido el referente a la crisis de carburante, si bien en pleno verano llenar el depósito de gasolina podría superar los 2 euros por litro, a día de hoy apenas supera 1,70 euros.

En tanto, el reto prioritario es combatir la inflación, pero sin perder de vista el mayor reto del s. XXI, el cambio climático. En este sentido, es fundamental continuar respetando los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU y que coinciden con el mantenimiento equilibrado entre economía y sostenibilidad, como es el caso del ODS número 8 y 13, en referencia al trabajo decente y crecimiento económico y a la acción contra el clima, respectivamente.

En medio de este contexto económico coyuntural tan inseguro y junto con los acontecimientos geopolíticos actuales, y no solo la guerra de Ucrania sino también la crisis del gas y del petróleo, protagonistas principales de ese 7,3% de inflación del último mes, las entidades aseguradoras deben de procurar activos de protección económica que aseguren el bienestar de los interesados. Después de unos años de total incertidumbre es casi una obligación la adquisición de productos de seguro de vida, médicos o inversión que garanticen cierta rentabilidad, beneficios futuros y una valorización segura de nuestro dinero. La recesión económica que asola Europa y España aún no es un hecho, pero de seguro se atisba un periodo algo turbio y con demasiadas incertidumbres.

Las entidades aseguradoras tenemos la obligación de permanecer firmes ante el compromiso para con nuestros aseguradores que, en tiempos de crisis, apostaran al doble o nada con los productos financieros más rentables del momento.