Cómo puede el seguro proteger a su empresa de los impagos

Todas las empresas se enfrentan al riesgo de impago, que se ha agravado por la crisis. Estas son algunas soluciones para prevenirlos y responder en caso de que se produzcan.

Los impagos a empresas están a la orden del día, y pueden poner en serio riesgo no sólo la salud económica de las compañías, sino incluso su supervivencia. Pero aquí se trata de buscar soluciones, y lo cierto es que existen varias vías tanto para prevenir los impagos como para hacer frente a este tipo de situaciones en caso de que se produzcan.

Como esta es una revista especializada en seguros, empezamos por un producto cuya contratación puede resultar de gran utilidad en el mundo de la empresa. Hablamos del seguro de crédito frente a impagos, una herramienta muy eficaz para la gestión del riesgo comercial que protege a las compañías frente a los costes e inconvenientes derivados de posibles impagos por parte de sus clientes o proveedores.

De esa manera, los empresarios afectados pueden no sólo minimizar el impacto de esta situación sino también prevenir que suceda contratando un seguro que les pueda aportar información sobre la solidez financiera de los clientes actuales y potenciales, así como hacerse cargo del recobro de las deudas impagadas e incluso del abono de una indemnización en caso de que se produzca un impago.

El modus operandi de estos seguros es sencillo: si una compañía no cobra una factura después de su fecha de vencimiento debe ponerse en contacto con la aseguradora para notificar el impago. Después, el departamento de recobro se encarga de gestionar el proceso de recuperación del dinero, primero por la vía convencional y si fuera necesario por la judicial. En caso de que se abone la cantidad al cliente, este recupera el importe que se le adeuda; de no ser así en el plazo fijado por lo menos recuperaría (de manos de la aseguradora) una indemnización por el porcentaje establecido en el contrato.

Más allá de los seguros, existen varias maneras de prevenir el riesgo de impago o reaccionar a esa situación si el empresario pone en marcha determinados hábitos. Por ejemplo, conocer al cliente antes de firmar un contrato con él, documentándose al respecto e incluso encargando un informe de riesgo y solvencia; saber cuáles son los plazos de pago y planificarse adecuadamente en caso de que quien vaya a realizar el ingreso de dinero sea una administración pública; disponer de un buen asesor financiero que estudie el caso de la compañía y proponga acciones específicas que ayuden a proteger a la empresa económicamente; gestionar correctamente el dinero propio, disponiendo de liquidez para aguantar en las épocas complicadas; o pedir un crédito si fuera preciso.