Balance tras un año de la erupción del volcán de La Palma

El 19 de septiembre pasado el Consorcio de Compensación de Seguros publicaba su vigésima nota informando de su actividad en relación con los daños causados por la actividad volcánica en La Palma. Justo en el aniversario de un evento que nos sorprendió a casi todos, pues los vulcanólogos llevaban cierto tiempo advirtiendo que esta película iba a estrenarse en breve. Tocaba.

A toro pasado, podemos hacer un breve ejercicio de repaso de lo aprendido. Si es que hemos aprendido algo. Mi trabajo no consiste en ser complaciente, por lo que pido disculpas por adelantado si alguien se siente molesto, pero considero que es imposible aprender y corregir si no somos observadores objetivos, honestos y quirúrgicos: las malas prácticas deben ser extirpadas o seguirán contaminando decisiones futuras.

El Consorcio informa haber abonado a esa fecha un monto de 217.986.318 euros a afectados asegurados. Este es un punto interesante, dado que debemos recordar que el seguro (y el Consorcio está embebido en casi todos los seguros) tan solo indemniza los daños y pérdidas sufridos por quien tuvo la prevención de contratar un seguro. En su momento se dijo que cerca del 55% de las viviendas de La Palma carecían de seguro. Así pues, estos propietarios de un bien que se supone de alto valor no habían tenido la percepción de riesgo y no se habían asegurado. Lo curioso es que, en 500 años, la lava ha bajado por esas laderas y recorrido esos valles ocho veces, por lo que me cuesta entender que no fuera algo previsible y conveniente de asegurar. Pero el hecho es el que es: solo un 45% de viviendas tenían seguro.

Pero abordemos un poco en lo que ha sucedido con dichas viviendas aseguradas. Todos pudimos ver cómo la lava devoraba chalés y villas. Hoy muchas de esas casas reposan convertidas en cenizas bajo una capa de 8 a 16 metros de lava, cuya superficie se espera que dentro de siete años esté a solo 80ºC. El Consorcio ha informado de que, en relación con las 7.069 viviendas y comunidades de propietarios, ha pagado 186.824.474 euros. Si tomas la calculadora, eso arroja una media de 26.428 euros por vivienda. El Consorcio está pagando tanto lo asegurado en continente (edificación) como en contenido (bienes asegurados en el interior de las viviendas), por lo que estas cifras hablan de un fracaso en la tarea de valoración previa de los bienes asegurados que determina indemnizaciones, que difícilmente van a permitir recuperar lo efectivamente perdido.

Obviamente vamos a dejar a un lado a todos aquellos que contaban con una vivienda fuera de ordenación: su patrimonio se ha evaporado por transitar un sendero fácil, pero equivocado.

Podemos poner en contraste los 186 millones pagados por el Consorcio con los 457 millones que el Gobierno canario ha dispuesto para ayudar a los afectados. Otra vuelta de tuerca al mismo concepto: precariedad en la contratación de seguros derivada, probablemente, de un mal asesoramiento al contratar, ligado a una falta de cultura aseguradora: una combinación letal.

Por tanto, ya tenemos dos elementos para la reflexión: la construcción de viviendas en un espacio claramente expuesto a un riesgo catastrófico (extraordinario para el seguro) y una nula o deficiente traslación al seguro.

Pero hay más. Y lo que sigue tiene que ver directamente con la calidad de la cobertura aseguradora que, en teoría, debería estar comprometida con un objetivo claro, rotundo y sencillo: que el asegurado, tras el siniestro, se quede como estaba. Y eso no se da en ciertos casos y el de La Palma es un paradigma de ello.

De entrada, porque en todas las pólizas de seguro se excluye el valor del suelo y eso implica que si mi parcela queda enterrada bajo metros de colada de lava a alta temperatura -por años-, cargada de túneles (problemas de estabilidad), con una nueva capa geológica que hará que sea intratable por décadas a efectos de dotar una futura vivienda de cimentaciones, etc., pues acabo de perder ese suelo y su valor. Además, ¿cómo hacer llegar los servicios de urbanización mínimos, accesos incluidos? Acabo de sufrir una pérdida patrimonial no asegurada ni asegurable y eso es un fallo del sistema. Muchas aseguradoras, además, en sus Condiciones Generales ofrecen su cobertura con valores de “reposición” a nuevo, lo cual significa “tú construye y cuando demuestres el gasto, te indemnizo”, dando un plazo para ello de dos años o se pierde el derecho. Esta combinación, en un caso así es doblemente trágica pues en La Palma ni siquiera había suelo preparado para lo sucedido. De hecho, se están empezando a habilitar viviendas en contenedores y prefabricados para dar una solución al reto de realojar a esos residentes.

No tengo datos de lo ocurrido con las industrias y comercios por lo que no puedo hacer un análisis mínimamente coherente con los hechos, pero si el problema de percepción del riesgo que se desprende de lo ocurrido con los hogares ha tenido continuidad en el ámbito del negocio, el desastre puede ser mayúsculo.

Lo que sí me llamó la atención fue que en el ámbito del Agroseguro se hubiera descuidado la cobertura de riesgo volcánico. Es curioso que en los seguros del plátano esté cubierto el riesgo de incendio de la plantación y no el daño causado en fruto y planta por la ceniza o la propia lava. Creo que esta es una materia que debería ser revisada pues el riesgo permanece y, si bien es probable que tardemos años o décadas hasta el próximo episodio, lo cierto es que toda actividad aseguradora requiere de la constitución de reservas y, llegado el caso, podrá cumplir.