Los caminos del vino: una experiencia enológica en La Rioja Alta

La Rioja Alta es la región más occidental de la comunidad riojana. Bañada por los ríos Ebro, Tirón, Oja y Najerilla, y enmarcada entre la sierra de Cantabria y la de la Demanda, la región disfruta de un clima continental suavizado que otorga al suelo una estructura equilibrada.

Ahora que se suavizan las temperaturas y las vides comienzan a florecer, Rioja Alta ofrece un sinfín de posibilidades para descubrir sus paisajes, viñedos y bodegas y vivir una experiencia enoturística única. Es justo el momento de la floración el que va a determinar la cosecha. Se trata de una etapa clave para los viticultores, quienes aseguran los posibles daños a través pólizas específicas para productores de uva.

Aparte de en coche, los caminos y senderos de la comarca pueden disfrutarse a pie o golpe de pedal. Si lo suyo es la bicicleta, existen rutas panorámicas que pasan por Cenicero, sus viñedos y bodegas, para terminar en lo alto del cerro El Picón. Las rutas históricas transcurren junto a la vereda del Ebro. Puentes medievales, lagares, chozos y antiguos molinos se suceden en este recorrido plagado de tradición vinícola.

Para dormir a pie de viña y gozar del enoturismo al 100%, Finca La Emperatriz lo tiene todo. Bajo la batuta de los hermanos Eduardo y Víctor Hernáiz, los viñedos de la emperatriz deben su nombre a Eugenia de Montijo, propietaria de los mismos en el siglo XIX. Situada en Baños de Rioja, al pie de la sierra de la Demanda, las 101 hectáreas de la finca conservan la estructura original al modo Château: tanto el terruño como la bodega se integran en el dominio, lo que permite controlar la calidad desde la misma cepa.

En 1996, cuando los Hernáiz adquirieron las tierras, no se lanzaron a elaborar vinos a lo loco. Cuatro años invirtieron en estudiar las cualidades de un suelo pobre y de extrema dureza que, sin embargo facilita el drenaje y multiplica la irradiación solar sobre las cepas. Sectorizaron la finca, conservaron las viejas cepas de más de 65 años que habían pervivido y plantaron cepas nuevas tras una cuidadosa selección de clones.

Gracias a ello sus vinos, que obviamente ostentan la DOCa (denominación de origen calificada) Rioja, cautivan por sus aromas complejos, su elegancia y su mineralidad. Además, la altura de la ubicación de la finca (570 metros) y las bajas temperaturas favorecen la maduración lenta del fruto. Resultan particularmente exquisitos los elaborados con la uva procedente del terreno reconocido como Viñedo Singular.

Las antiguas casitas que sirvieron para alojar al mayoral y los trabajadores de la finca se han convertido en tres villas de lujo con jardín privado. Cuentan con salón, comedor, cocina, terraza y parking gratuito. Existe la posibilidad de contratar servicios de desayuno y limpieza.