La importancia de la salud mental

Si algo bueno ha tenido la pandemia es haber puesto de manifiesto la necesidad de impulsar los cuidados y la atención a la salud mental, sin tabúes y sin prejuicios.

La OMS define la salud mental como: “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Una persona psíquicamente equilibrada se siente a gusto con ella misma, es consciente de sus capacidades y sus carencias, es productiva, enfrenta los retos, mantiene actitudes positivas y buenas relaciones. Una mente relajada es capaz de concentrarse, tomar decisiones adecuadas, establecer objetivos realistas, relativizar el miedo o la ansiedad.

Las enfermedades mentales son afecciones que repercuten en la manera de pensar y enfrentar las dificultades, en la capacidad de relacionarse con los demás, en el humor y el comportamiento de quien las padece. La salud mental incluye, por tanto, el equilibrio emocional, psicológico y social. Los trastornos mentales pueden ser ocasionales o de larga duración. Los más frecuentes son la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, las fobias.

La salud mental no sólo perturba el comportamiento y el ánimo, también incide en la salud física, generando patologías que pueden convertirse en crónicas. Algunos trastornos mentales se reflejan igualmente en cambios de hábitos: apetito, el sueño, el aumento o disminución bruscos del peso corporal...

Aunque cualquier enfermedad mental puede sobrevenir de forma inesperada o a causa de una situación compleja determinada, existen factores biológicos, experiencias negativas (trauma o abuso) y estilos de vida (dieta, actividad física, consumo de sustancias) que favorecen este tipo de padecimientos. Es fundamental tener claro que estos trastornos deben ser considerados como enfermedades y tratarse como tal.

Hasta no hace mucho, la salud mental carecía de importancia. Lo que es peor, era tabú -puede que siga siéndolo en determinados contextos sociales-. Sólo se consideraba la salud física sin tener en cuenta las consecuencias que para esta tienen los trastornos y enfermedades mentales. Si, además, sopesamos que más de 300 millones de personas en el mundo sufren problemas de salud mental y entre el 35% y el 50% no reciben tratamiento -asegura la Confederación de Salud Mental España-, el panorama no se presenta halagüeño.

Por si fuera poco, la situación vivida con el Covid-19 ha empeorado los datos. ¿La parte positiva? Pues que, al menos, se está poniendo muchísima más atención en las causas y las consecuencias de las deficiencias respecto a la salud mental y se han echado abajo muchos de los prejuicios. No obstante, y gracias a los tratamientos, las personas afectadas pueden mejorar y recuperarse por completo.