Cómo elegir las mejores sillas de coche para niños

Todos los padres que quieran (o deban) llevar a sus hijos en el coche ya conocen que deben comprar sí o sí una silla para niños que se adapte al vehículo y ayude a que los pequeños viajen cómodos y, por encima de todo, seguros.

Lo primero es conocer que la ley obliga a comprar una silla de coche para los menores de 18 años que no superen los 135 centímetros: según el Reglamento General de Circulación, estos deben ocupar los asientos traseros de los vehículos utilizando un dispositivo de retención homologado para su talla y peso o una silla de coche.

Los progenitores deben dedicar tiempo a escoger la silla adecuada, pues es una cuestión importante. En este artículo les ofreceremos algunos consejos para que elijan la más apropiada en función de una serie de valores fundamentales:

Seguridad: el aspecto primordial. La función de una silla es que el niño esté lo más seguro y protegido posible ante cualquier maniobra que el coche pueda realizar, e incluso en caso de accidente. Una buena silla infantil debe procurar que el niño no sufra ningún daño o cuando menos sufra el mínimo posible, siendo capaz de sujetarle con firmeza y protegerle incluso en situaciones de mucho peligro.

Comodidad y ergonomía: el pequeño que viaja en silla no sólo debe ir seguro, sino también cómodo y relajado, y más todavía cuando el viaje tiene una duración considerable. Una silla debe ser confortable y ofrecer el espacio que precise cada niño, incluido en el caso de los que sean robustos o altos.

Facilidad de uso: ajustar los dispositivos de retención debe ser una tarea fácil, rápida e intuitiva, así que aquellas sillas que faciliten el trabajo a los padres tanto para colocarlas en el asiento del coche como para ubicar a su hijo en ellas tienen mucho ganado. El modus operandi debe resultar claro y sencillo para no favorecer que se cometan errores al realizar la sujeción y se acaben corriendo riesgos innecesarios.

Materiales: también resulta adecuado conocer de qué está hecho el aparato y cuáles son las condiciones de los materiales que lo componen. Además, las sillas infantiles deben cumplir las disposiciones sobre sustancias perjudiciales que se contienen tanto en juguetes como en materiales textiles.

El peso y la altura, fundamentales

Más allá de estos valores, las características del niño son esenciales a la hora de comprar una silla. Especialmente las relativas a su complexión, como lo son el peso y la altura.

De hecho en España existen dos normativas de homologación. Una es la ECE R 44/04, que data del año 2004 y divide las sillas en cinco grupos (0, 0+, I, II y III) en función de intervalos de peso.

Dependiendo de lo que pese cada niño deberá usar una silla de uno u otro grupo; la otra es la ECE R129 I-Size, en vigor desde 2013, que determina que cada dispositivo indique la estatura y el peso máximo de los ocupantes que puedan usarla.

La primera normativa determina estos grupos: el 0, tipo capazo, para bebés de entre cero y diez kilos, que suele ir instalada en perpendicular en sentido de la marcha y requiere utilizar los cinturones de seguridad y accesorios; el 0+, para niños de entre cero y 13 kilos, con posición obligatoria en sentido inverso a la marcha; el I, entre nueve y 18 kilogramos, que puede situarse en ambos sentidos de la marcha, con sillas que se instalan con anclaje isofix o cinturón de seguridad; el II, para pequeños de entre 15 y 25 kilos, son sillas con respaldo que se utilizan con el cinturón de seguridad; y el III, para niños más grandes, entre 22 y 36 kilos, un cojín alzador que se utiliza con cinturón de seguridad aunque se recomienda utilizar sillas con respaldo.

La segunda establece dos grandes grupos: hasta 105 centímetros, instalación que se realiza a través de Isofix mediante tres puntos de anclaje; y entre 100 y 150 centímetros, con anclaje mediante ese sistema o cinturón de seguridad.

Aspectos a tener en cuenta

También hay que tener en cuenta varias cuestiones más, más allá del dinero. Por ejemplo, la complexión del niño, pues dentro de cada grupo de sillas las hay más y menos amplias y existen grupos combinados que permiten ir adaptándose mejor. Siempre hay que probar cómo se encuentra el menor sentado en la silla antes de comprar, valorando si está bien asegurado, si el aparato es reclinable, tiene cabezal envolvente, deja espacio para las piernas, etc.

El sentido de la marcha también es un aspecto clave. Como hemos visto los bebés deben ir en sentido perpendicular o contrario a la marcha, y según van creciendo ya pueden viajar en la misma dirección que los adultos. Además debe valorarse si la silla se va a utilizar en uno o varios coches, y en este último caso comprobar que se adapte bien a todos ellos y sea cómoda de quitar y poner.