
Un ataque ideológico a la colaboración público-privada sanitaria
Si alguien no lo remedia, en pocos meses podríamos decir adiós a los conciertos sanitarios de la sanidad privada con el sistema Nacional de Salud. Eso supondría un aumento del coste para la sanidad pública de 2.746 millones de euros. Y, además, dispararía las listas de espera de numerosas intervenciones quirúrgicas, de visitas a especialistas y ralentizaría la realización de pruebas diagnósticas.
La sanidad privada se encarga, cada año, de alrededor de un tercio de las intervenciones quirúrgicas -también de las más graves- y supone un balón de oxígeno para la sanidad pública, especialmente en aquellas zonas en las que la cobertura sanitaria pública no cubre todas las necesidades de la población. En la pandemia, la sanidad privada ayudó a descongestionar los hospitales públicos colapsados por la avalancha de pacientes Covid, aunque, desde la patronal de la sanidad privada, Aspe, denunciaron que no se habían aprovechado todos los recursos privados disponibles en los meses más duros de la pandemia.
Los conciertos sanitarios son un buen ejemplo de la colaboración público-privada en beneficio de los ciudadanos. Y su coste es de apenas el 11% del presupuesto sanitario. Eliminarlo supondrá un claro perjuicio para la sanidad privada, ya que muchos centros sanitarios perderán una parte importante de sus ingresos, pero también afectará a la sanidad pública, que deberá atender a los pacientes que se quedarán sin atención médica y asistencial en los centros privados concertados. Esto supondrá, como alertan el sector asegurador y la propia Aspe, en un aumento de las listas de espera, que a suman a más de 700.000 pacientes pendientes de una intervención quirúrgica.
La colaboración público-privada no supone favorecer al sector privado en detrimento de los servicios públicos. Al contrario. Complementar la atención pública con los servicios de la sanidad privada supone mejorar la atención sanitaria de los ciudadanos, descongestionando listas de esperas y agilizando el acceso a consultas de especialistas y a pruebas diagnósticas. Pese a lo que las agendas ideológicas marcan, sumar recursos es mejor para los pacientes. Restar recursos siempre es una mala noticia.
Aunque no hay mal que por bien no venga. Algunas voces del sector asegurador auguran que si finalmente se eliminan los conciertos sanitarios, la demanda de seguros de salud aumentará más de lo que ya lo hace. El seguro de salud mantiene jugosos crecimientos anuales desde finales de los años 90 del siglo pasado, incluso en tiempos de crisis, y es una de las principales puertas de acceso a una sanidad privada de alta calidad que complementa la atención que reciben del sistema sanitario público.