Ulises: cien años después de la novela que cambió la forma de narrar

James Augustine Aloysius Joyce nació en Dublín, el 2 de febrero de 1882. Cuarenta años después, se publicaba la primera edición de ‘Ulises’, la novela que iba a cambiar para siempre la manera de narrar.

Sí, porque ese laberinto de palabras derramado sobre las calles de Dublín dejaba atrás la estructura, el lenguaje y la minuciosidad de las grandes novelas decimonónicas.

Cierto que a finales del siglo XIX algunos autores cercanos al naturalismo, como Zola, o adictos a la introspección, como Dostoievski, ya experimentaban con métodos poco ortodoxos y formas narrativas afines a las metamorfosis sociales y culturales que avanzaban el cambio del siglo. Pero fue el dublinés quien dedicó su vida a explorar técnicas inéditas en los albores del siglo XX. Llena sus páginas de los recursos que pronto serían la base de la novela moderna, como los monólogos internos o los cambios de narrador.

La primera edición de Ulises se imprimió en París el 2 de febrero de 1922. Sylvia Beach, la mítica librera de Shakespeare & Co, fue su editora. Mil ejemplares salieron a la venta aquel día, el mismo en el que el autor celebraba su entrada en la cuarentena. Sin embargo, no era la primera vez que la obra veía la luz. Desde 1920, The Little Review publicaba la novela por entregas. Así fue hasta que la revista neoyorkina fue llevada a los tribunales por distribuir contenido inmoral y se prohibió la publicación. La batalla norteamericana contra Ulises y sus editores terminó felizmente para estos últimos en 1933.

Cuenta Richard Ellmann -biógrafo de Joyce- que aquella tarde, la librería entonces situada en la Rue de l’Odeon fue un hervidero de lectores y curiosos y el volumen encuadernado en azul, un éxito. Igual que el día de la publicación (2-2-22) no fue elegido al azar, el 16 de junio de 1904, cuando se desarrolla Ulises, era una fecha clave en la vida del autor: el día que salió por primera vez con Nora Barnacle, su futura esposa.

La epopeya de Joyce en Dublín, cuyo título evoca al héroe de Homero, transcurre en un solo día. 18 horas exactamente le bastan al irlandés para dar forma a la colosal novela que comienza a las 8 de la mañana. Leopold Bloom y Stephen Dedalus desayunan a esa hora. El primero, junto a su esposa Molly, en el número 7 de la calle Eccles. El segundo, en torre Martello, mientras el orondo Buck Mulligan se afeita. Bloom y Dedalus abandonan sus respectivos refugios y avanzan por las calles de la ciudad al tiempo que exploran sus infiernos íntimos, desbordantes de demonios. Así de simple es el argumento de una obra que elude las mayúsculas y los signos de puntuación, juega con las palabras de un modo casi diabólico y la indisciplina cronológica se apodera de la intriga.

La obra recurre al esquema episódico (18 capítulos) de la Odisea. Pero cada uno de ellos contiene un simbolismo particular, además de su correspondencia con las horas del día en que transcurre la historia.