¿La sorpresa estará en tu agenda esta semana?

Esta pregunta es la primera que me hago para empezar a organizar la agenda semanal.

Antes de saber qué es importante y qué es urgente, sí..., esta pregunta me ha abierto la mente. Empiezo por ella, para ser consciente de que, por mucho que quiera, la vida se impone y hay semanas en las que la sorpresa se presenta en sus dos vertientes: agradable y desagradable. Pueden aparecer incluso ambas de forma intensa en el mismo día. Son como corrientes de aire que te giran y te dan la vuelta. Otras veces las definen como bofetadas que no esperabas y cambian para siempre tu manera de sentir o de pensar.

La sorpresa ayuda a darse cuenta de que no todo es planificable. Que las expectativas de cómo irá la semana son suposiciones que me ayudan a sobrellevarla de una forma moderadamente tranquila, no obstante, de sobra sabemos que eso realmente no es la vida. La vida es poderosa, libre y se mueve a su antojo, sin que podamos marcarle tiempos, ni horarios en nuestra agenda.

Es la vida la que te llama, la que a veces te deja absorto, la que te lleva a temer, la que te lleva a sentirte muy querido, ... si eres capaz de notar este baile que va por la parte subterránea de tu agenda, verás cómo es capaz de cambiar de manera rápida las prioridades de agendas propias y ajenas. Saberlo me ayudó a reducir muchos enfados que, antes, tenía con facilidad y por esa necesidad de control que muchas personas tenemos.

La sorpresa no atiende a controles ni a aduanas, pasa por donde quiere, a la hora que le apetece y a veces incluso nos despierta en plena noche. Es la señal que nos avisa, a veces se cuela en sueños y nos despertamos súbitamente: le llamamos pesadilla..., y en realidad son miedos profundos a que se acabe cumpliendo algo que no deseamos.

Y después de contarte todo esto, a pesar de saberlo, la sorpresa me sigue sorprendiendo.

¿Qué es lo que más puede ayudar en esos momentos? Depende de la persona: unas agradecen un espacio, soledad. Otras sentirse acompañado. A veces no sabemos qué decir, pero ya sólo estar y expresar que estamos para lo que haga falta, consuela. También mostrar esa confianza para permitir que esa persona calle, llore, exprese, o pida un abrazo sabiendo que no va a ser criticada, reprochada o exigida.

Puedes reflexionar ahora en las últimas sorpresas que has tenido y verás que la vida está muy callada y cuando te va a sorprender no te envía un mensaje para planificarlo contigo. Ella es la que te sorprende y en nuestra mano, eso sí, está cómo poder gestionarlo.