Cómo lograr un cierre positivo para años complicados

“¿Ser positivo? Pues mire usted, ¡hoy va a ser que no me cuadra el verbo!” eso es lo que todas oyeron gritar, antes de que el portazo en el despacho de RRHH les dejara atónitas.

Las teleoperadoras sabían que el jefe comercial estaba reportando el balance anual. Los objetivos no cuadraban con lo esperado. Sí, sabían que la reunión tenía toques de desesperación, pero, ¡cuánta tensión se respiraba!

Ya se sabe que los gritos en la oficina dejan ese sabor amargo y ese silencio entre los espectadores que, asombrados, pocas veces saben cómo remontar la situación.

En el descanso se les oía comentar: “Pues si no llegamos a lo que quieren, aunque sea Navidad dirán: “puerta”. Esto es así, tienes ese sentimiento de impotencia, que cada vez las llamadas son más difíciles, incluso poder hablar con la gente que está ya muy quemada, y más en horas que ni yo misma atendería el teléfono”.

La falta de motivación y el cansancio por tantas presiones empezaba a hacer mella en ellas, en su autoestima. Fue cuando una sonrío y dijo: “Bien, os propongo ser compinches”.

“¿Y eso en qué consiste?”. “En aprender a cuidarnos entre nosotras. Si nos quieren despedir, ya lo harán, pero, por ahora, si no lo han hecho significa que seguimos trabajando. Mientras estemos dentro necesitamos ser las mejores compañeras. Lo mismo entre todas sumamos más, ya que cada una de forma individual no lo consigue, lo mismo todas sí lo logramos en equipo.

¿Os parece que tengamos unas normas básicas para cuidarnos? Son trucos que yo he ido probando, y funcionan. Al menos estarás mejor, independientemente de los resultados, llegarás a sentirte mejor con tu labor, con un sentido. Es fácil, son tres pasos. El primero: vamos a hablarnos con respecto, amabilidad y con sonrisa. Pasamos ocho horas juntos. El segundo paso: vamos a hablar a nuestros clientes con lenguaje positivo y creyendo que son personas que nos necesitan, aunque de momento ellos aún no lo saben. Estaremos a su lado. Incluso si se ponen bruscos, daremos las gracias (así no nos llevaremos gratis a casa disgustos innecesarios por los que no nos pagan). Y, en tercer lugar, vamos a celebrar comentarios positivos de nuestros clientes. Anotaremos aquello que nos digan en un cuaderno común. Serán nuestras vitaminas y nos ayudarán a empatizar mejor con ellos.

Os invito a probarlo. Una semana y nos contamos cómo lo llevamos. “¿Trato hecho, compinches?”. Una de ellas sonrió y dijo: “Vale, no hay nada que perder. Yo me encargo del cuaderno con una frase positiva. Eso sí, que el jefe comercial no lo vea, que lo de ser positivos hoy lo mismo no lo ve igual que nosotras. Vaya, ¡vamos a tener que buscarle un compinche!”.