La importancia del sueño en la salud

El sueño es uno de los pilares fundamentales de la salud. Dormir mejor o peor tiene importantes consecuencias en nuestra recuperación y nuestro bienestar.

Cada vez lo escuchamos más: dormimos poco y dormimos mal. No sólo lo advierten los medios especializados y los neurólogos del sueño. También nosotros, los profanos, somos conscientes de las dificultades que tenemos para lograr un descanso reparador y, claro, las consecuencias: somnolencia, disminución del rendimiento, falta de atención, cansancio, mal humor..., en casos graves, depresión, estrés y otros trastornos de la salud mental o enfermedades psicosomáticas de tipo digestivo, circulatorio o musculoesquelético.

Se estima que entre el 15% y el 20% de los adultos padecen insomnio. Los síntomas habituales son: dificultad para conciliar el sueño, problemas para mantenerlo y/o despertares tempranos. Las causas son variadas. Las más frecuentes están relacionadas con alteraciones emocionales, preocupaciones, ansiedad, angustia o tristeza. Cuando estos factores persisten, el insomnio tiende a cronificarse. También puede originarse por motivos físicos (fiebre, dolor, picores, bruxismo, apnea) o por el consumo de sustancias excitantes (café, coca-cola, chocolate) o alcohol y drogas. El hecho de dormir mal provoca la repetición de pensamientos y actitudes en torno al insomnio que sólo logran empeorarlo.

¿Las mujeres duermen peor que los hombres?

Sí. Numerosos estudios indican que, aunque el insomnio afecta a ambos sexos, suele ser más frecuente en las mujeres debido a los cambios hormonales, la menopausia, el estrés o el exceso de trabajo. La edad influye de forma negativa tanto en mujeres como en hombres: el sueño se vuelve más superficial y fragmentado a medida que se cumplen años.

Alteraciones causadas por el reciente cambio de hora

Aunque potencialmente afecta a todas las personas, los niños y los ancianos se adaptan peor al nuevo horario. Los profesionales de la medicina del sueño aconsejan mantener la tendencia natural, es decir, acostarse cuando uno comienza a sentir sueño permitiendo así al organismo a amoldarse al cambio de las horas de luz y oscuridad. En cualquier caso, estas molestias no deberían diagnosticarse como insomnio ni durar más de una semana.

Consejos para dormir mejor

Desde el Instituto del Sueño aconsejan erradicar los factores causantes y establecer pautas para mantener una higiene del sueño correcta: regular las horas de acostarse y levantarse; evitar dormir siestas prolongadas durante el día; no permanecer en la cama dando vueltas y utilizarla para dormir, no para leer, mirar la televisión, escuchar la radio o conectarse a internet.

Es recomendable no hacer deporte a partir de las 19:00 horas, no exponerse a luz intensa por la noche ni utilizar gafas de sol por la mañana (la luz natural robustece los ciclos sueño-vigilia). Por supuesto evitar el alcohol, el café, los estimulantes y mantener el dormitorio en condiciones confortables.