Cuando la alergia la tiene nuestro perro

Abril parece el mes apropiado para hablar de alergias, que no solo afectan a los seres humanos. Nuestros mejores amigos también sufren y padecen diversos tipos, como la atopia o ambiental, la alimentaria o la alergia a las pulgas.

La alergia se manifiesta en los perros generalmente en forma de picor así que, si el can se rasca constantemente, podría ser debido a ese motivo. Otros síntomas frecuentes son los gastrointestinales, evidenciándose diversos desórdenes digestivos como vómitos, diarrea o dolor abdominal, y las infecciones, generalmente en la zona de las patas y las orejas.

Si sospechamos que nuestro animal puede tener alergia, lo mejor es llevarle a un veterinario para que le realice las pruebas que la descarten o confirmen. Algo que en ocasiones no es sencillo al no existir métodos fiables para distinguirlas, por lo que suele realizarse un diagnóstico de exclusión apoyado en los datos que aporte el dueño sobre el perro y los que constan en su historial clínico: raza, sexo, edad, momento en que aparecieron los síntomas, zona en la que se perciben, existencia de signos similares en otros perros de la camada o en los padres del animal...

Después es el momento de las pruebas. Lo habitual es tratar de confirmar o descartar primero una posible alergia a la saliva de la pulga, que se realiza examinando al perro con un peine quitapulgas y/o haciendo una prueba intradérmica o un análisis de sangre.

Las alergias alimentarias se pueden detectar mediante una dieta de exclusión, alimentando al animal con diversas fuentes de proteínas e hidratos que no haya tomado hasta ese momento (ya que no puede tener alergia a esas sustancias al no haber tenido antes contacto con ellas) para luego volver a darle la dieta habitual y observar si de nuevo tiene síntomas.

Por último, la atopia se diagnostica clínicamente y se efectúa excluyendo otras enfermedades. Si el perro tiene alergia, hay que realizar una prueba intradérmica o mediante análisis de sangre para tratar de identificar los alérgenos desencadenantes.

En cuanto a los tratamientos, el mejor suele ser precisamente la evitación de los alérgenos que desencadenan la alergia, algo no siempre sencillo. Dependiendo del caso podría realizarse un tratamiento antipulgas, eliminándolas para desparasitar al perro, así como limpiar el entorno, o podría ir bien un medicamento para combatir los picores del animal; en un supuesto de alergia alimentaria bastaría con excluir de la dieta del animal el factor causante, pero si este no se detecta fácilmente puede ser conveniente una dieta hidrolizada o incluso con insectos; más complicado es el tratamiento de las atopias, pues es muy difícil evitar los alérgenos causantes. Quizás un medicamento pueda ayudar, así como la inmunoterapia.