¿Cómo son los directivos que atraen el talento?

Los directivos tienen una responsabilidad fundamental a la hora de retener y atraer el talento. Cualidades como justicia, sinceridad, eficiencia o empatía son muy valoradas por todos los profesionales, empleados o candidatos.

Los cargos de responsabilidad de las empresas -en otras palabras, los directivos- tienen un papel crucial en la labor de atraer talento a la firma, así como de seguir contando con el que ya poseen. Pero las malas praxis profesionales y los errores en la comunicación o el trato con los empleados pueden acabar desembocando en lo contrario, en la pérdida de ese talento e incluso las dificultades para encontrarlo en el exterior.

Los responsables de las compañías deben poseer (o, cuando menos, desarrollar) unas competencias tanto personales y profesionales que les sirvan para motivar a sus equipos. Desde Setesca Talent, empresa especializada en la búsqueda de talento, se apuntan varias de las cualidades principales que los trabajadores suelen valorar en sus jefes directos.

La empatía, entendida como la capacidad de los responsables de comprender situaciones y gestionarlas, es fundamental, así como en referencia a los empleados. En este sentido la comunicación puede ser directa, sencilla, cercana e incluso coloquial, lo que genera una relación fluida y sincera con el personal, pero no por ello debe dar lugar a faltas de respeto o a falsos paternalismos o compadreos.

La coherencia en la toma de decisiones, así como la eficiencia y la rapidez de gestión, son valores muy apreciados por la plantilla. Y, por supuesto, la capacidad de predicar con el ejemplo, dando el callo cuando sea necesario, pues exigir compromiso y trabajo cuando no se está demostrando en primera persona puede resultar -además de un pésimo ejemplo- muy decepcionante y desmotivador para el trabajador, lo que repercutirá seguramente en su rendimiento.

Otro factor clave es la justicia en el trato, y sobre todo la igualdad en el mismo respecto a todos los trabajadores a cargo, lo que genera un mejor ambiente y favorece el respeto del personal y la confianza en su responsable directo. Un directivo nunca puede dejarse llevar por simpatías o antipatías personales, pues lo profesional debe estar siempre por encima de ello.

Por último, por supuesto, la humildad y la capacidad para hacer partícipe a su equipo de los buenos resultados obtenidos y, por encima de todo, la sinceridad. El trabajador valorará que no se le mienta y que se le diga la verdad cara a cara, incluso aunque ésta no le guste, con respecto a su rendimiento (también, por qué no, cuando este sea positivo), la situación económica por la que se atraviesa o las necesidades y decisiones de la compañía.