Cómo detectar el riesgo cardiaco en perros

Las enfermedades cardiacas son muy comunes en los perros, aproximadamente uno de cada diez sufre alguna. La buena noticia es que en muchos casos este tipo de dolencias pueden detectarse y tratarse

Las enfermedades cardiacas no sólo son frecuentes entre los seres humanos, sino que resultan muy habituales entre nuestros mejores amigos, los perros. Como apunta la farmacéutica Boehringer Ingelheim, uno de cada diez canes sufre una patología de carácter cardiaco; una cifra que se incrementa exponencialmente en el caso de los perros más viejos, en los que la incidencia de estas dolencias puede llegar incluso a tasas superiores al 60%.

Podría, por lo tanto, ser ese el caso de nuestro animal. Así que, haciendo caso al dicho más vale prevenir que curar, es pertinente que pase exámenes veterinarios con frecuencia para poder detectar a tiempo una posible enfermedad de este tipo.

A veces incluso es complicado detectarlas, pues algunas cardiopatías no presentan síntomas visibles o los empiezan a mostrar demasiado tarde, cuando la enfermedad ya está muy avanzada. Pero eso no quita que sea recomendable pasar periódicamente por el veterinario, y más todavía cuando el animal haya superado los cinco años: muchas vidas de perros se han salvado por detectarse a tiempo una enfermedad de corazón. Al fin y al cabo, un examen veterinario no sólo puede detectar la enfermedad, sino que -siempre que se realice un diagnóstico temprano y se lleve a cabo el tratamiento adecuado- puede ser el primer paso para prolongar y mejorar la salud y la vida del animal.

Todos los perros pueden desarrollar una cardiopatía, aunque influyan factores como la raza, la edad e incluso el género. En cuanto a las dolencias de corazón más frecuentes en los canes, la enfermedad de la válvula mitral y la cardiomiopatía dilatada son las que se dan más habitualmente.

La primera de ellas se desarrolla cuando las válvulas del corazón que separan aurículas y ventrículos se engrosan, con lo que se dificulta su buen funcionamiento, obligando al corazón a hacer un mayor esfuerzo para que el organismo siga trabajando correctamente. Sus síntomas más evidentes -fatiga, tos- aparecen sólo en la última fase, lo que obliga más a la prevención. Es una enfermedad común en las razas de perros más pequeñas, especialmente en la franja de edad de entre cinco y ocho años.

Por su parte, la cardiomiopatía dilatada es frecuente en las razas más grandes, y suele desarrollarse entre los cuatro y los seis años. Esta dolencia provoca que el músculo cardiaco se debilite y agrande, debido al estiramiento y el adelgazamiento de las paredes del corazón. La sangre no bombea con normalidad, lo que en los casos más graves podría provocar una muerte súbita por taquicardia o fibrilación.