Tener mala prensa: ¿de qué me sirve enfadarme tantísimo?

Es necesario estar preparados para entender que la visibilidad tiene dos caras a gestionar. El enfado ayuda a detectar lo injusto de algunos comentarios, interpretaciones y actos de otras personas, desde nuestro punto de vista

Vaya consulta más interesante hoy: “Soy jefa. Tengo muy mala prensa en la oficina, me enfado de manera habitual en alta intensidad y luego lo pago en casa con la familia. Al final del día ya me pregunto ¿de qué me sirve enfadarme tantísimo? Pero cómo me cuesta darme cuenta en el trabajo. ¿Alguna recomendación, Doctora?”

Respuesta: Los profesionales pueden ser “punto de admiración y también punto de mira”. La visibilidad es moneda de dos caras a gestionar. Existen ambas probabilidades y es necesario preguntarse:

¿Qué consecuencias quiero que esto tenga en mí al acabar el día?

Esta pregunta me puede enfocar cada mañana para ser más consciente de lo que sí puedo elegir. Hará hoy: comentarios, juicios, prejuicios, valoraciones en positivo, reconocimientos o felicitaciones. Todo esto nos emocionará.

Si lo que se recibe del exterior está alineado con lo que pienso de mí, la expectativa que he generado se cumple y mi emoción puede ser la alegría. Si la moneda gira y lo que recibo del exterior creo que no se corresponde con quien yo creo que soy, lo puedo interpretar como injusto. Es entonces cuando, llama a la puerta de mi amígdala una emoción: el enfado. Y dice: “Toc, toc, ya estoy en casa”

El enfado ayuda a detectar que algo me parece injusto o bien que se está abusando del poder o autoridad. “Eso no debería ser así”. Aporta información sobre nuestros valores, creencias y principios de cómo nos gustaría que fuera el mundo y lo que perciben de nosotros.

¿Cómo gestionarlos mejor? Unos breves consejos le podrán ayudar. Son aprendizajes de jefes. Personas que, como tú y yo, no nacieron sabiendo de estos temas. Querían mejorar en su gestión emocional y lo han ido consiguiendo paso a paso:

Permitir que el equipo muestre su punto de vista, escuchando sin juzgar su perspectiva, sino acogiendo su visión.

Analizar si puede haber algún error de percepción (una perspectiva parcial, incompleta, confusa).

“Se pueden compartir los puntos de vista y mediar para una solución que nos beneficie como equipo”.

Antes de decir algo o actuar sin pensar, probar el antídoto del autocontrol, respirando en silencio y guardando la calma con mensajes positivos: para, piensa y actúa.

No perder las formas y, si lo hacemos, disculparnos lo antes posible: “Perdona, te he respondido de una forma que no era adecuada”.

Evitar pagar el enfado con los demás que nos apoyan y son a veces los grandes mutilados por nuestro malestar.

Revisar cada noche nuestra gestión del enfado. Valorar si se ha reducido la intensidad o la frecuencia. Todo suma. Ser agradecidos en este aprendizaje de la gestión emocional y premiarse.