Las ‘no vacaciones’ en la Sierra de Madrid

A un paso de la capital. Cogiendo la A-1 escapando de la ciudad, nos adentramos en la Sierra del Rincón y llegamos a El Refugio, el ‘coworking’ rural de Puebla de la Sierra, en Madrid.

Parece mentira que un espacio de trabajo esté en esta página de ocio, pero déjeme que le cuente el plan. Se levanta temprano, desayuna en la cafetería de El Refugio y comienza la mañana haciendo alguna de las rutas de senderismo de este enclave catalogado por la Unesco como Reserva de la Biosfera. Se lanza por la ruta de los Robles Centenarios o la de los Linares, un camino espectacular entre álamos y cerezos, que culmina en el Cerro Larda con una altitud de 1.425 metros. Desde allí, con ese paisaje cambiante según la época del año, planifica la jornada o su próximo proyecto. La perspectiva siempre ayuda a que los sueños tengan aire para crecer.

Así, energizado, regresa a su puesto de trabajo en el coworking. Que la call, que la pasada en limpio de todas esas ideas que en la ciudad se sienten un poco ahogadas y, tal vez, la generación de más y mejores planes que surgen en esas charlas ocasionales con sus compañeros de espacio.

Quizás, justamente aquí, en el medio del entorno rural nazca esa sinergia que estaba necesitando. Porque a El Refugio llegan trabajadores y nómadas digitales de todas partes del mundo. Así que no le extrañe encontrar esas respuestas que en su oficina o escritorio de casa no encontraba. Curioso es que justamente aquí donde usted puede trabajar y dejar volar su imaginación en plena naturaleza, se encuentre el Valle de los Sueños. Un parque escultórico que convierte a Puebla de la Sierra en la localidad con más obras de arte por habitante.

De lo que hay, a lo que uno quiere

Y es que este espacio inspira para repensar lo que tenemos y hacer, finalmente, lo que queremos. Por lo menos así nació El Refugio. Un día, Martín Fleischer, un ejecutivo del marketing que se cansó de andar viajando por el mundo representando a una gran farmacéutica, llamó a su viejo amigo Agustín Gago, ingeniero de diseño, para liarse la manta a la cabeza y meterse de lleno en este proyecto.

Bastó con comprender que nada mejor que un lugar reconocido por su fauna y flora autóctonas, así como por el desarrollo humano sostenible, para hacer de El Refugio un espacio de gastronomía, trabajo, hospedaje y entorno colaborativo entre los emprendedores de la zona y los que vienen de fuera, como usted, por ejemplo.

¡Quién iba a decir que Manolo Escobar, iba a ser todo un visionario laboral con su rumbita Me voy pal campo! Y es que el trabajo es una acción, una actividad... no un lugar. Así que vuelva a mirar la imagen que ilustra este texto y piense... ¿de verdad que no quiere tomarse unas “no vacaciones” para tener la oportunidad de trabajar en un ambiente así?