Cuando tenemos el riesgo justo debajo de nuestros pies

Yakarta, California, México y Murcia tienen algo en común. Su terreno se hunde a mayor velocidad que el resto y aumenta su riesgo de inundación. Es por un fenómeno geológico llamado subsidencia.

El suelo se mueve. No lo percibirá en su día a día, pero el terreno que pisa, sobre el que circulan los coches y se levantan las viviendas es un elemento en constante evolución. Lo normal es que lo haga muy levemente y a lo largo de muchos años, pero hay zonas del planeta en el que este fenómeno se da de forma más abrupta. Es el caso de Yakarta. La capital de Indonesia se hunde a un ritmo de 25 centímetros al año. Los expertos calculan que en 2050 estará prácticamente sumergida en el mar. Es por la subsidencia.

Este fenómeno geológico es “el hundimiento de la superficie del terreno por la extracción de fluidos o sólidos subterráneos”, explica Gerardo Herrera, investigador del Área de Riesgos Geológicos del Departamento de Investigación y Prospectiva Geográfica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Herrera es el autor principal del estudio Mapping the global thread of land subsidence publicado por Science. La subsidencia se produce por la extracción de agua, gas, petróleo o roca, por la minería subterránea o la excavación de túneles. También se produce de forma natural, no todo es producto de la mano del hombre. El estudio de Herrera, publicado el pasado 1 de enero, se centra en el hundimiento del terreno causado por la explotación de acuíferos subterráneos.

Aunque suene alarmante, no lo es tanto. La subsidencia se produce en grandes áreas de terreno y es un fenómeno que se desarrolla en largos periodos de tiempo. El investigador del IGME explica que lo normal es que este colapso del terreno se de a tasas de pocos centímetros al año, aunque en algunos casos se acelera. Como en Yakarta, Venecia o la Región de Murcia, donde la subsidencia por la sobreexplotación de acuíferos ronda los diez centímetros anuales.

El riesgo de la subsidencia

“Al hundirse el suelo esto puede afectar a las estructuras e infraestructuras que hay en la superficie, a los edificios, a las carreteras”, explica Herrera, pero el principal riesgo es otro: “que en las zonas inundables en las que se hunde el suelo la superficie de inundabilidad aumente”, advierte. Esto supone que en zonas de costa o cerca de del cauce de un río, si el terreno va hundiéndose progresivamente aumenta la superficie que puede inundarse en el caso de que haya mareas altas o de que un río tenga crecidas por lluvias.

El investigador del IGME explica que, en España, “la Región de Murcia es la que tiene mayor magnitud de subsidencia, aunque hay otras zonas por toda la Cuenca del Mediterráneo, en todas las zonas donde se están explotando acuíferos. Lo que pasa es que, en la cuenca particular de Murcia, como se ha sobreexplotado el acuífero con intensidad en las últimas décadas, hay una subsidencia que en vez de ser de unos pocos centímetros llega a los 10 centímetros al año. Es la zona en la que la subsidencia tiene mayor intensidad”.

Aunque este fenómeno puede parecer muy peligroso, no lo es tanto y puede frenarse e incluso revertirse. Gerardo Herrera explica que “en el fondo es un peligro geológico que actúa lentamente en general, sobre todo cuando se produce por extracción de aguas subterráneas. Afecta a grandes áreas, pero se produce lentamente. Al final, es una cuestión de gestionar el agua subterránea”. Así, es preciso gestionar de forma adecuada los acuíferos, “de manera que se vaya sacando agua y se vaya controlando al mismo tiempo el hundimiento que produce esa extracción, de manera que se pueda establecer un sistema mediante el cual la cantidad de agua que se extrae no produzca un impacto significativo en la superficie. Al final, si el problema se gestiona de una forma controlada, técnica, científica, tampoco tiene mayor problema”, señala el investigador del IGME.

El riesgo de inundación

Más difícil de controlar es el riesgo de inundación, que crece cada año a causa del cambio climático. Y la subsidencia hace que aumente la vulnerabilidad de algunas zonas a las grandes inundaciones. Estas son cada vez más frecuentes en Europa. Y debido a la ocupación antrópica de suelos sometidos periódicamente las inundaciones se traducen en demasiadas ocasiones en cuantiosos daños económicos y humanos. En todo el mundo, se estima que el daño anual por inundaciones supera los 90.000 millones de euros, una cifra que aumentará debido al crecimiento económico, los procesos de urbanización y el cambio climático.

En España son la catástrofe natural que más daños genera. El Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero de España cuantifican su coste en unos 800 millones de euros de media al año. Además, en la costa española, el intenso proceso de urbanización costera impulsado desde la segunda mitad del siglo XX por el sector turístico e inmobiliario ha determinado una extensa ocupación en el litoral de terrenos situados en áreas inundables que hacen que aumente el riesgo y la vulnerabilidad de las personas y propiedades. Además, los efectos del cambio climático provocarán el aumento de situaciones meteorológicas excepcionales, lo que podría derivar en inundaciones más imprevisibles, más torrenciales y efectos más graves en el futuro, afirman el Observatorio de la Sostenibilidad, CECAS y el Consejo General de los Colegios de Mediadores de Seguros en el estudio Población en riesgo de inundación en España en la franja de los primeros 10 kilómetros de costa.

En los próximos años, alrededor de 977.000 personas podrían verse afectadas por inundaciones en las costas españolas. La Comunidad Valenciana, donde ya se contabilizan 380.000 habitantes afectados; seguida de Cataluña, con 190.000 y Andalucía con 130.000, son las zonas que presentan mayor riesgo. Las superficies artificiales damnificadas por las aguas podrían llegar a 27.000 hectáreas, y la provincia con mayor exposición para la población en términos absolutos es Valencia con 250.000 habitantes, seguida de Barcelona y Girona, destaca el documento.

Impacto en el sector asegurador

El Consejo General señala que los riesgos asociados al contexto de la nueva climatología “hacen necesario adaptar con urgencia los seguros a la nueva realidad. Los estragos causados por los desastres naturales han aumentado en el mundo un 900% desde 1980. En España, los daños provocados en las costas tras el paso de la DANA (depresión aislada en niveles altos) de septiembre de 2019 ascendieron a 435 millones de euros”. Además, el impacto económico en nuestro país por catástrofes naturales ha aumentado un 200% desde 1985.

Las alteraciones climatológicas tienen implicaciones en los seguros de coches, multirriesgo, agricultura y ganadería, vida y accidentes. También inciden especialmente en los seguros de salud, ya que las olas de calor, la ausencia de lluvias y los inviernos más cortos agravan las enfermedades respiratorias y coronarias, aumentando el uso de los servicios médicos, explica el informe.