Isaak Bábel: el ruso que quiso escribir el cuento perfecto (y lo consiguió)

La editorial Páginas de espuma recopila en una obra antológica los cuentos del escritor que reinventó la literatura rusa a golpe de cuento. La obra también incluye su obra periodística.

Vaya si lo consiguió. Tanto que hoy se le considera como uno de los grandes maestros del cuento, sino el mayor. Isaak Bábel fue uno de esos escritores rusos -o quizá el escritor ruso- que elevó el relato a la altura de los grandes novelistas del XIX. Aunque bebió de las fuentes de Maupassant, Gógol o Chéjov, en su constante búsqueda de la perfección, introdujo en la narrativa breve matices estilísticos muy personales. Entre ellos la elusión del adjetivo -“solo un genio puede añadir dos adjetivos a un sustantivo”, aseguraba-, el tono objetivo, la destreza poética para plasmar toda la crudeza y el realismo de la experiencia personal o ajena y, por encima de todo, su capacidad de “cuentificar” todo lo que le rodeaba.

Bábel despedazó todos los tópicos literarios rusos, los melodramas decimonónicos, se atrevió a mezclar la ironía y el humor con la tragedia y la destrucción. Pero no se quedó ahí. Toda esa técnica depurada de cuentista empedernido supo trasladarla también a la crónica periodística y al guion cinematográfico.

Isaak Emanuílovich Bábel nació en Odesa, el 13 de julio de 1894. Su familia, de origen judío, fue recluida en 1905 en el gueto de Moldavanka a consecuencia de uno de los brutales pogromos del régimen zarista. Sobreviviendo a duras penas, Bábel se educó en casa pues, a pesar de sus logros escolares, no pudo eludir la cuota diseñada para excluir a los jóvenes judíos de la enseñanza superior. Sí consiguió ingresar en el Instituto de Comercio de Kiev, donde se gradúa en 1915, trasladándose inmediatamente a San Petersburgo. Allí conoce a Máximo Gorki -quien se convertiría en su amigo, mentor y protector hasta su muerte en 1936-, se relaciona con las vanguardias literarias rusas y comienza a publicar sus primeros textos.

Todo iba sobre ruedas para el joven escritor cuando llegó la Revolución bolchevique. Él, que había sufrido los abusos del zarismo, abrazó el comunismo con alegría, prestándose rápidamente a colaborar. Participó en la fracasada campaña contra Polonia como soldado y periodista y en la Checa como traductor para los servicios de contrainteligencia.

Después, en pleno estalinismo, cayó en desgracia y ante las imposiciones a la creación artística y literaria, optó por el silencio. Aún convencido de que su obra estaba destinada a sobrevivir al olvido, se describió a sí mismo como “maestro del silencio” en la convención de escritores soviéticos de 1934. En pleno auge de las purgas soviéticas de 1939, Bábel fue detenido, torturado y encarcelado en la prisión de Butyrka de Moscú. Tenía 45 años.

Páginas de Espuma ha publicado recientemente una magnífica edición de todos los cuentos de Isaak Bábel conocidos en la actualidad. Se trata de un trabajo colosal -el mayor hasta ahora en nuestro idioma- que consigue mostrar toda la modernidad narrativa del escritor ruso. Traducida al español por Jesús García Gabaldón, Enrique Moya Carrión, Amelia Serraller Calvo y Paul Viejo, la obra se organiza en ocho apartados temáticos e incluye, además de numerosos cuentos inéditos, todos sus reportajes, diarios, guiones y relatos cinematográficos.