Emoción, decisiones y un ‘impasse’

Dicen que el 99% de nuestros miedos son infundados. ¿Se imagina llegar a unos minutos del ‘traje de madera’ para darse cuenta de que no hizo nada por algo imaginario? Terrible.

Escuchando al neurobiólogo Estanislao Bachrach (hiperrecomendado seguirlo o leer sus libros) aprendí que el cerebro no “sabe” qué es tristeza o alegría, más bien reacciona según el gasto de energía y su ración de placer.

Por ejemplo, poca energía y menos placer sería una tristeza-depresión. La furia eleva por diez la energía y mantiene en mínimos el placer. Los datos inversos serían euforia. A este mix, le sumamos que la interpretación de las emociones es meramente cultural, contextual y se miden en función de lo que ya hemos vivido. Fascinante. Lo que para algunos es alegría, otros lo interpretan como felicidad extrema. Todo tiene que ver con lo aprendido.

Para decidir nos basamos en el pasado, creencias y emociones. Lo nuevo causa incertidumbre porque el cerebro no sabe qué hacer, no tiene información guardada y, eso, paraliza.

Ahí es cuando llegan las múltiples técnicas para definir qué hacer y los caminos de la creatividad que nos ayudan a analizar las opciones desde varios puntos de vista, despejar aquellas que confunden y no nos dejan ver las importantes. Así que, primero, hay que simplificar la cantidad de variables o alternativas. Y luego, hacer alguno de estos ejercicios.

Jeff Bezos, el CEO de Amazon, plantea visualizarse a los 80 preguntándose qué hubiera hecho en un momento presente de incertidumbre. Desde esa perspectiva, sortea los dilemas del hoy. Se llama el Marco de la minimización del arrepentimiento y dicen que es ideal para tomar desiciones grandes, en esos puntos de inflexión en la vida.

Suzy Welch, en su libro 10-10-10 propone preguntarse ¿cuáles son las consecuencias de la decisión en diez minutos, en diez meses y en diez años? La gracia de estos planteamientos es que aquellas decisiones “grandes” de nuestra vida no son tan “graves” como pensamos. Y enseguida detectamos emociones, mochilas de lo vivido y esos temores tan arraigados que nos tienen enceguecidos hoy.

Obviamente llegamos a mi querido Pareto. La relación 20/80 que pareciera que todo lo rula.

Así, el 80% de nuestras preocupaciones, vienen del 20% de nuestros problemas. O el 20 % de las decisiones que tomemos cambian el 80% de lo que vivimos. Y ahí es donde quiero parar para decirle algo.

Que elegir no siempre es fácil, pero es necesario. Que hay que soltar lo que se tiene, para ir en busca de lo que uno quiere. Y esta vez, me toca tomarme vacaciones de estas páginas que con tanto cariño he escrito mes a mes, para concentrarme en un proyecto que me apasiona. Así que, si le duele la vida, decida.